Capítulo 30

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—¿¡Y ustedes cómo entraron!?

Jungkook ni siquiera había tenido la oportunidad de salir de Jimin correctamente para ver de quiénes se trataba pues jamás había escuchado la voz del hombre que acababa de gritar ni el nombre que el hombre gritó. Pero todas las ganas de levantar su cara e intimidar a quienes osaron a interrumpir sus gloriosos orgasmos se desinflaron cuando la voz que reconoció como la mamá de Jimin habló.

—Me... me diste copia de las llaves cuando te mudaste hace años. —respondió aún tapando sus ojos pero levantando la mano libre donde sostenía el juego de llaves.

—Dios santo... —murmuró el castaño queriendo morir de vergüenza—. Suban directo al cuarto de invitados, nosotros nos tenemos que vestir y arreglar este desastre. —dijo resignado. Los tres invitados obedecieron de inmediato, dejando sus zapatos en el armario y subiendo con sus bolsos por el conocido camino.

Jimin entonces volvió a ver a Jungkook y rió incrédulo.

—No puedo creer que hice contacto visual con mi madre mientras me venía. Considérame traumatizado de por vida. —murmuró para recostarse en el pectoral de Jungkook, quien rió también.

—¿Con quiénes vino? —preguntó acariciando con dulzura la tersa espalda del menor.

—Con dos de mis mejores amigos que también viven en Busan. Siempre que vienen a la ciudad se quedan conmigo pero... esta vez ni siquiera me avisaron.

—Oh... ¿esos son Jinnie y Joonie?

Jimin le miró curioso.

—¿Cómo sabes sus apodos?

—Taehyung los mencionó hoy. —respondió encogiéndose de hombros.

—Bueno, limpiemos mi venida más traumática y pongámonos presentables antes de que me arrepienta y huya del país.

Jungkook soltó una pequeña carcajada y asintió, ayudando a un dolorido Jimin a bajar de su regazo y a asegurarse de no haber manchado el sofá color crema. Recogieron sus prendas desperdigadas y subieron hasta su habitación, donde tomaron una corta y rápida ducha para deshacerse de los restos de semen y del olor intenso a sexo. Se vistieron con sus pijamas y Jungkook bajó a la sala a preparar la cena mientras Jimin iba a tocar la puerta de la habitación de invitados murmurando un "pueden bajar" antes de salir corriendo pues no quería enfrentarlos a solas, no aún.

Se sentó con una mueca en uno de los bancos de metal del desayunador mientras observaba a Jungkook preparar ramen de frijoles negros y escuchaba los tres pares de pies bajando las escaleras. El azabache y él se dedicaron una última mirada antes de que los recién llegados entraran a la cocina de concepto abierto, donde Seokjin se sentó en uno de los bancos a su lado y su madre y Namjoon en los bancos de enfrente. Jimin sintió cómo el color volvía a enceder sus mejillas cuando volteó levemente a ver a su hyung y éste elevó ambas cejas con picardía.

Trágame Tierra.

—Y bueno... —habló Mi-Suk queriendo cortar la tensión del aire—. ¿Cómo han estado, chicos?

—Excelente, señora Shin, ¿qué tal todo por Busan? —respondió traquilo Jungkook, hundiendo el ramen en el agua hervida.

—De maravilla, todo...

—Minie, ¿por qué estás tan callado? —preguntó con un deje de maldad Jin, reteniendo la sonrisa—. ¿Te dejó sin voz el semental sin nombre que aún no me presentas y del que nunca me hablaste?

Jesús, Kim Seokjin, te voy a matar mientras duermes.

—Cariño... —murmuró Namjoon para que le bajara a su intensidad.

Corazones Mentirosos | kookmin 국민Donde viven las historias. Descúbrelo ahora