Capítulo 1

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13 de Octubre de 1994. Busan, Corea del Sur.

–¡Vamos, hyung! Papá nos espera adentro. –un joven Jeon Jungkook corría por los amplios terrenos de su jardín, rumbo al interior de su casa donde sus padres esperaban por él y su hermano. Habían dicho que al llegar a casa les tendrían una gran sorpresa a ambos y el momento había llegado.

Unos pasos más atrás, a un ritmo más calmado, Baekhyun caminaba pensativo, carente de la alegría que su hermano menor parecía desbordar. La idea de sus padres teniendo un gesto mínimamente cariñoso hacia ellos le resultaba descabellada, a sus cortos 15 años sabía que nada hecho por el matrimonio Jeon sería considerado un acto de buena fe, pero no quería romper la ilusión de su pequeño hermano así que al momento de entrar a la gran mansión esbozó una tirante sonrisa.

Al estar ambos en el salón de entrada lo que encontraron los confundió bastante. Sus padres estaban parados en medio del lugar con una niña que Jungkook jamás había visto en su vida mirándolos directamente. El primero en hablar fue el pequeño Jungkook.

–¿Quién eres tú? –preguntó el pelinegro más joven, acercándose mucho a la cara de la niña.

–No seas maleducado, Jeon Jungkook. –gruñó su padre, colocando una mano delicadamente sobre el hombro de la niña–. Ella es Lee Hyo, y será una amiga muy especial para tu hermano a partir de ahora.

Jungkook dio dos pasos atrás, mirando confundido a su padre.

–Esta no es la sorpresa que me prometió, padre.

–Ella es más un regalo para Baekhyun. –confesó su madre, sonriendo de una manera que logró erizar los vellos de la piel del hijo mayor.

–¡Pero yo quería un regalo también! ¡Dijeron que sería una sorpresa para ambos! –las exclamaciones de Jungkook iban en aumento, augurando uno de sus típicos berrinches.

–Suficiente, Jungkook. Respeta la presencia de nuestra invitada. –la voz de su madre era una amenaza implícita pero al más joven pareció no importarle porque, en vez de comportarse, su cara fue tornándose más y más roja mientras sus ojitos rasgados se llenaban de gruesas lágrimas.

–¡Siempre es lo mismo! ¡Siempre me engañan! ¡Yo nunca puedo ser especial para ustedes! –gritó dolido a la vez que salía corriendo escaleras arriba, rumbo a su habitación.

Su vista estaba nublada y su carita empapada a causa del llanto, minutos más tardes escuchó cómo alguien abría las puertas de su alcoba, entrando sin pedir permiso. Los pasos firmes llegaron hasta los pies de su cama y él se negó a levantar la vista sabiendo lo que le esperaba.

El señor Jeon no era conocido por su delicadeza ni muchos menos por su tolerancia, y Jungkook sabía que estaba en problemas, sabía que el simple hecho de que su padre se tomara la molestia de subir hasta su habitación indicada un gran -y doloroso- castigo.

–Sabes porqué estoy aquí. –no fue una pregunta, fue una afirmación. El pequeño Jungkook asintió con lentitud, sorbiendo por su naricita intentando aminorar el llanto. Su padre siempre decía que los hombres no podían llorar–. Levántate, Jungkook, quiero que vengas aquí.

Un tirón de pánico arremetió en su estómago, sus bastas experiencias en situaciones similares le hacían saber que lo que venía a continuación no era algo de su entero agrado. Con sus piernitas temblando gateó hasta el otro extremo de su gran cama, poniéndose de pie frente a su padre.

–Mírame a la cara.

Levantó su vista de la punta de sus zapatos y fijó sus ojos en los de su padre con mucha dificultad. El rostro de su progenitor estaba impertérrito, no dejaba leer nada en él pero Jungkook sabía que no estaba para nada feliz.

Corazones Mentirosos | kookmin 국민Donde viven las historias. Descúbrelo ahora