Recuerdos del pasado 1/3

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—No te vallas por favor — pidió ella

—Lo siento Arty, pero sabes que así no funcionamos los mortales, nuestras vidas son especiales por qué tienen un final, supongo que ya es mi turno, al menos fui feliz con ustedes.

—Pero puedo intentar curarte— dijo Apolo— déjame intentar...

—Puedes intentarlo, pero no hay ninguna garantía de que funcione— respondió su moribundo amigo

Apolo se arrodillo y empezó a tratar con todas sus fuerzas a su compañero en aventuras, a su amigo, pero no pudo hacer mucho.

Apolo negó tristemente con la cabeza.

—Ni siquiera tendrías porqué estar vivo, hay algo manteniéndote consciente, pero no durará mucho.

Artemisa abrazó a su amigo

—Desde que nacimos has estado para nosotros, siempre fuiste un gran amigo Perce, no estoy lista para dejarte ir.

El joven semidiós miró la lanza que sobresalía de su pecho, fruto de un combate que libró para defender a su madre de un grupo de bandidos que atacaron su pueblo, nuestro héroe los había derrotado a todos, pero estaba muy cansado y lastimado ya que el día anterior había estado cazando con sus amigos Artemisa y Apolo todo el día, por lo que no contaba con el cien por ciento de su capacidad, esa lanza fue el último golpe que le faltaba para caer, pero la tomó con gusto para proteger a su madre, quien estaba inconsciente en el suelo cerca de allí, viva, pero solo lo haría para enterarse de lo que había sucedido con su hijo.

—algún día tendrás que dejarme ir, pero por suerte no será hoy— dijo el semidiós.

—¿a que te refieres?— preguntó Apolo esperanzado

—Las Moiras me han hablado— dijo el héroe— voy a reencarnar, yo y mi madre, algún día, y recuperaré los recuerdos de esta vida de ser necesario, no se cuando ni cómo. Pero los volveré a ver.

Ninguno de los dos dioses podía contener sus lágrimas, tal vez no fuera un adiós definitivo, pero eso no borraba el echo de que estaban perdiendo a su primer y mejor amigo, y no sabían si lo volverían a ver.

—Dices la verdad...— sentenció Apolo, dios de los oráculos y la verdad

—Adiós, y Apolo... perdón por molestarte tanto, pero sabes que te lo ganaste

El dios sonrió

—Si, me lo gané, pero yo... yo solo

Las lágrimas caían por su rostro mientras veía impotente a su amigo morir en los brazos de Artemisa.

—valla dios de la curación que resulté ser— dijo Apolo en tono sombrío, y se transportó fuera de allí.

—necesitará tiempo, y necesitará de su hermana, se que el se culpa de esto, pero el no tiene la culpa de nada— dijo el joven héroe

Artemisa asintió con la cabeza, pero sus lágrimas no paraban de caer

—Te extrañaré— dijo ella—no quiero que te vayas

El semidiós sonrió

—lo se, pero es lo que tenía que pasar. Nos volveremos a ver, tú sabrás quién soy— dijo el joven, mientras la vida se escapaba de su cuerpo

—¿cómo estás tan seguro?— preguntó la diosa—¿como sabes que te encontraré?

El semidiós sonrió

—Por que es como siempre digo— contestó el— la luna atrae a las mareas, la cazadora siempre encuentra a su presa, y Apolo, es puto.

Artemisa logró soltar una débil risa, el mantra de vida de su amigo solía lograr ese efecto en ella, centrarla y hacerla reír.

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