Terminar lo que se comenzó:

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Bueno, consideren esto como parte de "las pruebas de la luna", una suerte de secuela... o más bien pequeña continuación autoconclusiva.

 ...

Artemisa:

Otra reunión del consejo, otra aburrida noche de sentarse en un trono y escuchar por horas y horas a mi padre, Zeus y al tío Poseidón discutir sobre... bueno, literalmente cualquier cosa.

Y sí, cuando digo cualquier cosa es cualquier cosa. En esta ocasión estaban discutiendo sobre si las quesadillas deben llevar queso o no (sí tienen qué, la historia lo dice). Pero bueno, las reuniones del Olimpo son para discutir temas "serios" así que como habrán de esperar ninguno de los dioses estaba prestando atención.

Aquí es donde te estarás preguntando: "Pero Artemisa, ¿no se suponía que habías abandonado el consejo olímpico?"

Y yo te responderé: "sí, pero está reunión se supone que era un caso especial. Y digo de supone porque llevo una hora y media escuchando a los dos dioses más poderosos del consejo discutir sobre queso y tortillas"

Verán, se supone que ese sería el día de mi boda.

Y allí es donde los más despistados preguntarán: "Pero Artemisa, ¿tú? ¿Una diosa doncella casándose?"

Y yo les respondo: "Mierda, hay literalmente cinco libros que explican como Hades llegué a donde estoy, ve a leerlos y no estes chingando"

Je, supongo que tanto oír de quesadillas hacen que se me salga el mexicano interior que todos  tenemos dentro.

Así que aquí me tienen, sentada aburrida en mi viejo trono, el cual no había usado en años, viendo como mi futuro esposo, Percy, luchaba por no dormirse sentado en una silla provisional al lado del trono de su padre, y observando el duelo de muecas entre Apolo y Dioniso, era mucho más interesante que oír a mi padre hablar sobre quesadillas.

Finalmente Atenea se hartó, leyó en voz alta tres libros, dos códices y una profecía délfica ancestral y dio por concluido el asunto, las quesadillas llevan queso, chilangos, que quede claro.

—Bien, ahora que ya acabaron con su "importante" discusión—murmuró Hermes con aburrimiento—. ¿Podemos hablar sobre el por qué estamos aquí?

Todas las miradas se volvieron hacia mí.

—¿Qué?—gruñí—. No me vean como si fuese algo especial.

Afrodita sonrió maliciosamente.

—Oh..., pero Arty Arty Arty, sí es algo especial—dijo—. Tú, la diosa que odia a los hombres, se va a casar con uno en pocas horas. Esto hay que celebrarlo.

—Primero, no me digas "Arty". Segundo, no odio a los hombres, los desprecio. Y tercero, no hay que celebrar nada.

—Sí—asintió Percy—. ¿Por qué no puede ser algo pequeño y discreto por... bueno, primera vez en mi vida?

Hermes se paró a un lado de él y rodeó sus hombros con un brazo.

—Amigo, eres la envidia y el ídolo de prácticamente todos los chicos en el Olimpo—le dijo—. Vamos, déjanos celebrarlo a lo grande, tenemos pensado hacerte una estatua y todo.

Percy exhaló con cansancio.

—Sólo déjenme ser feliz, ¿quieren? ¿Es mucho pedir?

Apolo lo miró fijamente a los ojos.

—No creas que te voy a dejar en paz ni por un segundo, Jackson—le advirtió—. Te robaste a mi hermanita, y vas a pagar caro por ello.

Bufé exasperada.

Pertemis oneshotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora