XXXIII

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[...]

Volkov estaba avergonzado. 

Tenía el cuerpo húmedo, también estaba tembloroso y algunos escalofríos recorrían su piel cuando sentía que la mirada de Horacio lo acechaba de reojo.

Horacio le había mencionado una propuesta; aquella que decía "déjame probar si yo estoy enamorado también". 

Volkov aceptó sin titubear.

Ahora, como consecuencia de su pronta y ansiosa respuesta afirmativa, estaba dentro de la bañera del hotel, tratando de pensar en si realmente había sido o no una buena idea ceder tan rápidamente…

Encogió su cuerpo y abrazó sus piernas tratando de pensar más claramente.

—Volkov… —Habló el cresta y de nuevo la piel del ruso se volvió totalmente eriza. 

Volkov voltea con timidez, encontrándose con Horacio recargado en el marco de la puerta. El de cresta camina hacia el contrario tan descuidadamente que Volkov traga saliva sintiéndose ligeramente atacado.
Horacio se veía tan intimidante aún cuando lo único que cubría su piel era una de esas batas que acompañaban al hotel…

Horacio se detiene unos pasos antes de llegar a la tina.

—Si te sientes incómodo puedo…

—No —Respondió casi de inmediato —, está bien… dije que podías hacerlo… dije que podías lavar… mi cabello así que… puedes hacerlo.

Volkov se mueve cuidadosa y delicadamente dándole la espalda a Horacio. Manteniendo su cuerpo rígido y todavía nervioso. 
Se mira así mismo, a su piel, al agua y a la espuma que cubre y esconde parte de su piel en la bañera.

Ninguno de los dos sabía cómo era que habían llegado a aquella situación tan tensa…

Horacio continúa hasta llegar a Volkov, se sienta en el suelo y mira por un segundo al contrario.
Todo en él lucía tan suave. Como si fuera a caerse una vez que las manos rasposas de Horacio comenzaran a acercarse…
Levantó sus manos y trató de tocar con la mayor suavidad los hombros de Volkov.

El ruso sobresalta. Horacio traga saliva.

—¿Estás realmente cómodo con…?

—Sí —Insistió rápidamente —, yo estoy bien, pero parece que tu no quieres… hacer esto.

—¿Lavar tu cabello? —Preguntó, deslizando uno de sus dedos por la nuca de Volkov.

Volkov frunce el ceño.
Horacio toma con la otra de sus manos el jabón líquido que está sobre la barra a lado de la tina. Pone un poco sobre la palma de su mano y se acerca con cuidado hacia el cabello del contrario.

Comienza a masajear.
El jabón empieza a hacer espuma.

—Tocarme —Dice Volkov de pronto, sorprendiendo a Horacio. —, como si no quisieras tocarme…

Horacio se queda callado por unos segundos, concentrándose en la tarea de lavar bien el cabello de Volkov.

—Quiero tocarte —Admite, luego desliza sus manos y comienza a lavar detrás de sus pequeñas orejas. 

—¿Entonces porqué luces más tenso que yo en esta situación?

—Porque no quiero que pienses que estoy aprovechándome de esa extraña inocencia que tienes impregnada por todas partes…

Volkov voltea hacia arriba, topándose con la mirada de Horacio.
El de cresta desliza sus manos hacia el cuello del contrario, llenándolo de espuma y jabón.

Café Mentolado || VOLKACIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora