VII

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[H]

Eran las 6 a.m. y el sol estaba a punto de salir, Horacio estaba con los ojos entrecerrados mientras mantenía los ojos en el teclado de su teléfono. Daba bostezo tras bostezo, pero aunque quisiera ir dormir, su interés por la conversación parecía más insistente que su propia fuerza de voluntad.

Aquel sujeto estaba siendo amable y un poco dulce. Parecía interesado en el de cresta, y a Horacio eso le parecía adorable (podría ser un acosador, pero al menos era un lindo acosador).

A Horacio se le iban los ojos, sus pequeños párpados se estaban cerrando por si solos, pero de nuevo, el sonido de un nuevo mensaje lo hizo mantenerse despierto.

"Estoy hecho una mierda, creí que podría ir a casa pero ahora este hijo de puta quiere ir a la casa de su jodida novia..."

Horacio soltó un risa boba al estar totalmente atontado por el sueño.

"Mandalo a tomar por culo, joder, ¡hay que dormir!" .Escribió Horacio y después envió el mensaje en conjunto con un stiker de una pequeña ranita boca arriba, totalmente cansada.

Después de unos segundos el contrario contesta.

"Jajajaja. Vale, me encargaré de enviarlo a tomar por saco, creo que te dejaré ahora, ¿vale?"

Horacio vio el mensaje con la vista borrosa y dio gracias a su teléfono con una voz ronca, finalmente cierra sus ojos y suspira anhelando a su querido sueño. Minutos después realmente logra quedarse dormido...

[...]

El trabajo entre semana no fue tan agitado como realmente se esperaba, las ventas habían bajado y por alguna razón ya no había tantos clientes como tiempo atrás.
A Gustabo eso no le importaba demasiado, él podía seguir viviendo  durmiera en una banca o durmiera en una mansión a la orilla de un barranco con una vista espectacular, sin embargo, era un poco problemático para Horacio, ya que tenía que pagar mensualmente las matrículas en su universidad y él realmente no quería dejar la escuela de nuevo...

La vida de Horacio en realidad no era tan mala, o al menos no lo fue sino hasta la secundaria cuando su madre falleció debido a un fallo en una operación que necesitaba para seguir viviendo.

—¡Que no, imbecil! —Gustabo tironeaba del brazo de Horacio, ambos estaban llorando en ese momento. —, ¡Horacio, basta!

Los sollozos y gritos acompañados del dolor de Horacio era lo único que se escuchaba a las alturas de ese lugar.
Era como si estuvieran torturando a ese pequeño niño...

—¡DEJAME! —Le dijo el pequeño Horacio a quien tomaba su brazo de esa manera tan brusca. —, ¡DÉJAME, YA NO QUIERO ...!

Horacio estaba preparado para saltar.

—¡No puedes! —Le grito el pelinegro (que en ese momento no era rubio)  —, ¡No puedes!, ¡Horacio, eres todo lo que tengo, si tu saltas yo iré contigo!

Horacio se detuvo. Después miró a Gustabo.

—¡E-eres mi jodida familia! —Comenzó a llorar aún más, cada ves sus palabras eran menos inteligibles —, ¡Si tu mueres, me moriré contigo!, ¡La vida es horrible, pero no quiero que te vayas!

Horacio apretó la mandíbula.
En cuanto lo había pensado ya estaba abrazando a su hermano mientras ambos temblaban, hundidos en los sollozos del otro. Meses después habian decidido "escapar e ir a un lugar mejor", y la verdad es que lo habían hecho bastante bien como para ser unos niños de 13 y 14 años...

Café Mentolado || VOLKACIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora