Natasha Romanoff

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Una simple misión en Rusia

Con la mirada fija en mis alrededores, saqué una píldora soluble de mi bolsillo y choqué a propósito con uno de los líderes de HYDRA, Mijaíl Kozlov.

- Lo siento- me disculpe en ruso mientras echaba la pastilla en su vaso sin levantar la vista.

- Niñata estúpida- dijo mientras me alejaba.

- Tienes 48 segundos para salir de ahí- escuché decir a Natasha desde el pinganillo.

- ¿Tan pronto?, me hubiese gustado probar uno de esos postres que tienen en la mesa del fondo- dije entrando en las cocinas para salir por la puerta trasera.

- Tienes 20 segundos- dijo ignorando mi comentario.

- No seas tan sosa Tasha, te abría cogido uno para ti también- dije divertida al mismo tiempo que salía del edificio.

El frío me envolvió rápidamente haciéndome empezar temblar de inmediato, pero me olvidé rápidamente de ese problema cuando escuché un ajetreo proveniente de la reunión de jefes de HYDRA.

- ¿Alguien a pedido un Uber?- preguntó con una sonrisa traviesa la pelirroja parando el coche justo delante mía.

- ¿Por qué tenía que ser la misión en Rusia? Y mucho más en pleno invierno- dije malhumorada mientras entraba en el automóvil.

- No seas quejica y ponte el cinturón- dijo mirándome de reojo mientras aceleraba intentando dejar atrás a los guardias que se habían dado cuenta de nuestra presencia.

Los dos coches blindados que antes nos perseguían, no tardaron mucho en convertirse 5 y dos motos. Tanto jaleo por solo atrapar a dos infiltrados tan solo significaba que habíamos conseguido nuestro objetivo.

Derrapando, la espía rusa consiguió conducir el coche hacía un puente que pasaba por encima de un lago helado, pero nos vimos rápidamente sorprendidas por un camión que venía a gran velocidad hacía nosotras con intención de hacernos volcar o tirarnos de la carretera.

- ¡Agárrate!- gritó Natasha mientras giraba el volante con fuerza.

Tras dar unas vueltas de campana, el coche cayó del puente hacia las agua heladas dejándome muy aturdida.

Ignorando la sangre que corría por mi frente debido a los cristales del automóvil y el constante pitido en mis oídos, me giré a ayudar a mi compañera antes de que el agua congelada que calaba nuestros huesos nos engullera por completo.

- Vamos Natasha- la llamé desesperada mientras le quitaba a su cuerpo inconsciente el cinturón.

Al no recibir respuesta y viendo la rapidez con la que se inundaba el vehículo, rompí la ventana de mi puerta y saqué a la agente. Nada más salir a la superficie, los gritos de nuestros enemigos me alertaron. Si salía del agua era un blanco fácil, pero si no moriríamos de hipotermia.

Usando todas mis fuerzas, conseguí subir a Natasha encima del hielo, para después levantarme yo. Mi vestido que había usado para ir de incógnito estaba tan mojado que pesaba llevarlo y el viento de la noche no hacía más que empeorar mis temblores.

Cogiendo a la pelirroja en brazos, corrí hasta estar fuera del alcance de los agentes de HYDRA, pero no pasó mucho tiempo hasta que empecé a notar como desaparecía la adrenalina del momento y aparecían los dolores.

A los pocos minutos, encontré otro coche, que robé, y con manos temblorosas conducí hacía nuestro piso franco. Cada pocos segundos miraba hacía Natasha, quién tenía la cara más pálida que de costumbre y los labios algo azules. 

Gracias a la bolsa de deporte que pertenecería al dueño del vehículo, había conseguido quitarle la ropa empapada y cambiárselas, pero aún así necesitaba entrar en calor.

Al llegar a nuestro destino, entre en el apartamento corriendo y encendí la chimenea dejando a la rusa en el sofá bajo tres capas de mantas. Por otro lado, yo estaba empezando a tener un dolor de cabeza insoportable por el frío y no dude en cambiarme por un conjunto nuevo que me ayudase a recuperar calor corporal. También intente parar mi sangrado de la frente, pero debido a mis manos temblorosas no era capaz de tratar mis heridas.

- ¿T/n?- escuché la preocupada voz de Natasha llamarme.

- ¿Estas bien?, ¿necesitas algo?- le pregunté entrando rápidamente en el salón.

Vi como sus hombros se relajaban al ver a una cara familiar, pero su rostro estaba serio al percatarse de mi estado.

- Deberías de preocuparte por ti, mírate- dijo mientras se levantaba tambaleándose un poco.
No te tienes que preocupar por mi, ahora me encargo de esto- dije intentando tranquilizarla.

Mis métodos de relajación no parecieron hacer mucho efecto ya que la agente me obligó a sentarme en el sofá y se dirigió hacía el baño para coger el kit de primeros auxilios.

- Estate quieta- ordenó mientras me desinfectaba la herida.

- Auch- me quejé- por lo menos podrías darme las gracias.

- No deberías haber arriesgado tu vida por mi.

- ¿Y dejarte en el lago para que te comiesen los peces?, no lo creo- dije mientras arrugaba la nariz por el escozor.

- Podrías haber muerto- me reprendió.

- Llevamos siendo compañeras desde hace 6 años, ¿enserio crees que te dejaría ahí?

La única respuesta que recibí fue el silencio. Natasha apartó la mirada de mí y se dispuso a levantarse, pero rápidamente la paré agarrándola del brazo.

- Lo siento, se que lo dices en serio, pero yo también- dije sin apartar la vista de sus ojos- eres importante para mi, más de lo que crees. Nunca me lo perdonaría si te dejase morir- confesé.

- Tu también eres importante para mi- dijo rompiendo el silencio después de unos segundos- por eso no me lo perdonaría si algo te pasase por mi culpa.

- No sería nunca tu culpa- dije acariciando su mejilla mientras juntaba su frente con la mía.

- Pero...

- Shhh, nada de peros, no quiero hablar más del tema- dije intentando disfrutar del momento que estábamos teniendo- Tengo una idea- dije separándome un poco de ella- Cuando volvamos de la misión, ¿te apetecería irte a comprar un helado a algún sitio?

- ¿Como una cita?- preguntó con una pequeña sonrisa.

- Claro, solo si tu quieres- dije mirando hacia otro lado nerviosa ante su intenta mirada.

- Me encantaría- dijo haciendo que levantase la vista de golpe- pero no quiero un helado, me gustaría alejarme de las cosas frías por un tiempo- bromeó mientras pasaba sus brazos por mis hombros haciéndome reír.

- Me parece estupendo- dije agarrándola de la cintura.

- Ya que te has encargado tan bien de mí antes, ahora me voy a hacer cargo de ti- dijo con una sonrisa brillante.

- ¿A sí?, ¿cómo?

- ¿Que te parece abrazarte hasta que entres en calor?- preguntó mientras se acurrucaba en mi.

- Perfecto- susurré.

One Shots FamosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora