Olivia Rodrigo

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Las calles solitarias de Los Ángeles ya se encontraban a oscuras cuando volvíamos de la fiesta que habían lanzado unos compañeros de clase para celebrar nuestra graduación. Debido a que ninguna de las dos tenía carnet de conducir, nos vimos obligadas a caminar hacia nuestras casas siendo abrazadas por el frío de la noche.

Olivia y yo llevábamos siendo amigas desde que me mudé al lado de su casa cuando tenía cuatro años, pero fue hace tres años cuando empecé a verla de otra manera. No sabía si era por su risa contagiosa o por la manera en la que arrugaba su nariz cuando se concentraba que hizo que empezase a sentirme atraída por ella.

- T/n...- me llamó la castaña sacándome de mis pensamientos- tenías razón.

- Yo siempre tengo razón- dije egocéntricamente- pero en este caso, ¿en que tengo razón?- pregunté haciéndola reír.

- Antes de salir me dijiste 'Llévate una chaqueta, por la noche hará frío'- dijo intentando imitar mi voz haciéndola más gruesa.

- Ahh ya me acuerdo- dije mirándola divertida- si mi memoria no me falla creo que dijiste 'Yo nunca tengo frío, llevar cazadoras es para plebeyos'- dije imitándola.

- Eres mala- dijo haciendo un puchero y apartando la mirada.

Riéndome ante su inmadurez me quite la chaqueta y se la puse sobre los hombros quedándome en camisa. Ignorando como se paraba de golpe, seguí caminando sin esperarla.

- No, no, no- negó acercándose a mí- te vas a poner mala- me regaño intentando quitarse la chaqueta.

- Como te la quites no me la pienso poner- le avisé seriamente.- Esta bien, pero como enfermes te voy a matar.

- Me parece correcto- respondí distraídamente.

El trayecto hasta nuestro vecindario no era muy largo, pero aún así tardaríamos todavía unos minutos. A mi lado, sentí como Olivia se pegaba más a mi hasta abrazarme el brazo. Sin decir nada, seguimos andando en un cómodo silencio hasta que empezaron a caer gotas del cielo.

- Vamos a tener que correr- dije acelerando el paso para evitar mojarme tanto por la lluvia.

- ¡Espera!, tengo tacones no puedo ir más rápido- me avisó preocupada.

- Súbete a mi espalda- dije impulsivamente.

- ¿Qué?- preguntó desconcertada.

- Vamos, ¿o es que quieres quedarte aquí toda la noche?

Con cuidado se subió con mi ayuda y empecé a correr sintiendo como se agarraba con fuerza a mi como si fuera un koala. Agradeciendo que no pudiese ver mi cara sonrojada, me permití relajarme un poco ante su cálido tacto.

- Ve más despacio- gritó riéndose.

- ¡Nunca!- respondí uniéndome a sus risas.

Ignorando las malas miradas que nos lanzaban las personas que nos veían desde sus ventanas, aceleré el paso hasta que vimos desde lejos nuestras casas. 

- ¡Espera!- escuché como gritaba Olivia.

- ¿Que pasa?- pregunté parándome de golpe.

De un salto se bajo de mí y posó sus manos en mis mejillas atrayéndome a ella hasta que nuestros labios chocaron en un dulce beso. Olvidándome de nuestro alrededor, la sujete de la cintura y continuamos en la misma posición hasta que el sonido de un relámpago nos sorprendió haciendo que nos separásemos.

Conectando mi mirada con la suya, aparte su pelo mojado de su cara y le sonreí tímidamente hasta que note como temblaba por el frío de la lluvia.

- Vamos- la llamé cogiendo su mano y acompañándola hasta la puerta de su hogar.

- No te olvides de tu chaqueta- dijo quitándosela cuando llegamos a su portal.

- No te preocupes, quédatela, te queda mejor a ti- dije con una pequeña sonrisa viendo como sus mejillas se teñían ligeramente de rojo.

Despidiéndome con un saludo militar, me dirigí a mi casa sin poder contener una gran sonrisa al recordar cómo se sentían sus labios con los míos.

One Shots FamosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora