Prologo

437 40 11
                                    

El impactar de las gotas cristalinas hacía la ventana provocadas por una intensa lluvia ocultaban los alarmantes latidos de mi corazón que juraría se saldría de mi pecho si la situación continuaba de esta manera.

«Todo estará bien» pensé; si, la policía pronto llegará y se encargará de esto, se llevarán a los dos maleantes que entraron a la casa para atacar a mis padres y todo esto quedará sólo como un trago amargo del que podremos decir orgullosamente enfrentamos con todo el valor posible, ¿verdad?

Los gritos de horror de mi madre al igual que sus súplicas cesarían, mientras que mi padre entraría por la puerta de mi habitación a decirme que todo se encontraba bien y que tanto mi hermano menor como yo podríamos salir del inminente encierro de mi habitación en el que nos obligaron a estar por nuestra seguridad.

Mis esperanzas aparecieron en cuanto el silencio reinó por los alrededores de la casa y escuché pasos dirigirse hacia mi alcoba.

Unos ligeros toques a la madera me hicieron dejar al bebé Eric sobre mi cama para acercarme a la puerta pensando si era seguro hacer eso. Con nerviosismo deslicé mis manos sudorosas sobre la tela de mi overol para así tomar la perilla y quitar el seguro. La puerta se abrió dejándome ver una escena que en segundos me congeló. La sangre adornaba tétricamente el rostro del atacante de mi padre, el cual yacía en el suelo con evidentes heridas que habían teñido su camisa blanca de un fuerte rojo carmín.

—¿Papá? —la pregunta salió en un susurro por el miedo en el que me sumergí.

—Por favor, no le hagas nada —suplicó mi padre débilmente con lágrimas inundándole los ojos —. Solo es una niña y un bebé.

Pero el maleante no se veía con las intenciones de ceder, no ahora que mantenía un gesto que estaba lleno de depravación y con una enorme sed de sangre, algo que mi progenitor comprendió enseguida.

—¿Sabes que te quiero? —preguntó, pero no fui capaz de responderle—. Te quiero hasta el infinito y más allá, los quiero a ambos, su madre también lo hace, los ama a los dos.

Sentí una picazón en la garganta que apenas me dejó pronunciar: —Papá...

—Cierra la puerta, cariño —aún con heridas que se veía le dolían se levantó para atacar por la espalda al hombre—. Por nada del mundo la abras. El día de hoy papá salvará el día.

Y así lo hice, cerré la madera de un portazo colocando de manera inmediata el seguro, asegurándome que de ninguna manera esta pudiera abrirse aún si mis manos temblaban como si fueran gelatina misma. Recalcando que no lo hice porque mi padre me lo hubiera ordenado, sino porque el miedo que sentí fue demasiado que solo quise protegerme a mi misma del peligro que estaba al otro lado de la puerta, pues ni siquiera me importó el pequeño bebé que repentinamente comenzó a llorar al despertarse a causa del alboroto de ahí fuera. 

Todo pasó a tercer plano al tener al terror mismo recorriendo cada parte de mi cuerpo. Dejé que Eric llorara mientras que yo inútilmente me refugié en el rincón más alejado de la puerta, abrazando a mis piernas, y dejando que la lluvia fuera mí consuelo y distracción.

Ese día, a la edad de diez años, supe de la peor manera que mi vida no sería la misma, no después de haber presenciado una cruel masacre que le arrebató la vida a mis padres.

No sería capaz de brillar como ellos lo hubieran deseado. 

No podía con tantas cicatrices mentales que dejaron traumas de por vida en mi.

¿Sería capaz de encontrar un rayo de luz entre un camino repleto de oscuridad?


...

¡Hey, hey! He vuelto después de un mes (creo yo) con un nuevo proyecto que me ha volado la cabeza desde la primera vez que lo ideé, sinceramente pienso que será mi fanfic favorito por todo lo que va a abarcar y solo espero que lo disfruten tanto como yo lo voy a hacer.

Aclaraciones rápidas:

-La historia se basa en la actualidad.
-Habrán personajes de mi autoría.
-Se actualizará en la semana, posiblemente los miércoles o viernes. 

PD. La redacción se revisa meticulosamente para evitar incoherencias pero si llegase a haber una no duden en avisarme para corregirlo.

Lisari. 


Entre La Lluvia | 𝑳𝒆𝒗𝒊 𝑨𝒄𝒌𝒆𝒓𝒎𝒂𝒏Donde viven las historias. Descúbrelo ahora