Flavio se quedó paralizado ante Maialen sin saber qué decir, en ese momento deseó que Samantha saliese, pero no lo hizo. No tenía excusa, ¿qué iba a decirle? Estaba saliendo del baño de su casa sin razón aparente. Agradeció llevar la ropa puesta, de lo contrario hubiera sido todo aún más embarazoso de lo que ya era.
Tragó saliva e intentó decir algo, pero de pronto la castaña comenzó a reírse delante de él como si le hubiesen contado el chiste más gracioso del mundo. Flavio arqueó sus cejas, tratando de entender qué le hacía tanta gracia, pero no lograba encontrar una respuesta.
En ese momento, como era de esperar, salió Samantha de su habitación al escuchar las risas alocadas de la castaña. Ambos se miraron y entendieron que no había nada que hacer, no podían huir de aquello, era como entrar en una calle sin salida, salvo que aquí no podían dar marcha atrás sin golpear la pared.
Maialen paró de reírse y miró a los dos y eso le pareció aún más gracioso.
— Perdón, no esperaba encontrarme con un espectáculo al llegar a casa – comentó la castaña tratando de calmar su risa con una mano sobre su abdomen – Ha sido muy gracioso
— ¿Tú no estabas en clase? – preguntó la rubia. En su cabeza estaba intentando pensar una excusa, pero sabía que no había ninguna que fuese creíble. Maialen ya sabía que se estaba viendo con un chico y tonta no era
— Te dije que salía antes y como no fui a tomar nada me vine directa a casa y menos mal que lo hice – exclamó entre risas – Esto – dijo señalando a los dos - ¿Desde cuando? ¿No era que os odiabais a muerte o no sé qué cosas?
Samantha se llevó una mano a la cabeza y suspiró tratando de encontrar una respuesta, miró a Flavio en busca de ayuda, pero él tampoco tenía mucha idea de lo que decir, ya que no quería decir nada que no debiese, prefería que hablase ella al tratarse de su mejor amiga.
— Tampoco hay un esto – la chica trató de restarle importancia y se cruzó de brazos
— Pues lo que sea que tenéis – la castaña los miró a ambos esperando una respuesta, pero ninguno dijo nada – ¿Os pensáis que soy tonta? Desde la casa rural sé que algo os traéis entre manos, miraditas, indirectas... Estaba esperando a que alguno me dijese algo, pero mira, mejor haberlo visto yo, tan mal no estaba. No tenéis que preocuparos, yo estoy encantada, si yo sabía que os ibais a caer bien
— No hay nada entre nosotros – aclaró la rubia
— Nada de nada – añadió Flavio dándole la razón
— Pero folláis y no os matáis – dijo con una sonrisa – Titi, me lo podrías haber dicho, yo pensaba que te pasaba algo
— Sí le pasa – se atrevió a decir Flavio. Sabía que no le correspondía a él decir nada, sabía que probablemente la chica lo odiaría más por eso, pero también sabía que, si no empezaba él, ella no se iba atrever a decir nada sobre el tema que la estaba atormentando
— No me pasa nada – contestó mirando al chico con cara de pocos amigos. Como era de esperar, no le había gustado nada ese comentario de su parte
— Si no se lo dices tú, se lo voy a decir yo – Flavio se acercó un poco a ella tratando de ser dulce pero Samantha se apartó de él de mala manera, ahora no tenía ganas de soportarlo
— No es asunto tuyo, Flavio – le dijo mirándolo desafiante. Flavio no dijo nada, sabía que se había enfadado, pero no le importaba ya que de esa forma conseguía que se lo contara a alguien más
— Titi, ¿qué está pasando? – preguntó la castaña preocupada
— Nada – contestó mirando a otro lado.
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