todo y nada

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Samantha terminó su turno de trabajo y volvía a casa como cada día, salvo que este era diferente. Ya no tendría que volver a realizar ese camino, pues ella misma había decidido renunciar al puesto que su jefe le había ofrecido. Era un puesto superior al que tenía, con más horas de trabajo, por supuesto, pero ganaría el doble de lo que ganaba ahora, una propuesta tentadora, salvo que a Samantha no le convencía para nada.

Después de haber estado todo su turno debatiéndose si aceptar o no, decidió que no. No quería seguir atacada en esa maldita agencia de viajes que no le aportaba nada a su vida. Bueno, ingresos, pero no era suficiente. Estaba un poco cansada de trabajar allí y sentirse poco realizada. Al principio estaba bien, estaba ganando experiencia y dinero, pero ya está, no quería seguir avanzando ahí, quería hacer otras cosas.

Sin trabajo y sin tener ni idea de qué hacer después de eso, se colocó sus auriculares, puso play a una playlist preestablecida de Spotify y trató de desconectar el trayecto hasta su casa. Fue imposible, no sabía cual era el siguiente paso. Tenía que acabar el TFG, el cual ya solo le faltaba unas cuantas revisiones y ya lo tendría, pero ¿después qué? No estaba segura de qué seguía, necesitaba trabajo para vivir, los ahorros no le iban a durar toda la vida, pero ¿de qué?

A cinco minutos de su casa ya se estaba arrepintiendo de renunciar, no solo al nuevo puesto, sino al suyo de siempre. Por un momento pensó que podía elegir que hacer, pero si ni ella misma sabía que hacer, ¿qué pretendía? Se sentía una farsante, no sabía que quería hacer con su vida, ni siquiera sabía quien era. Ahora que su estatus de popularidad estaba bajando (porque claro, no iba a la universidad), todo su éxito, por llamarlo de alguna manera, era virtual, aunque trataba de disminuir un poco esa imagen que había creado.

Ya no era esa chica con sed de popularidad, no le importaba si la gente la reconocía, si le comentaban sus fotos, daba igual. Lo único que quería era encontrarse a ella misma y en ese momento de su vida sentía que había malgastado años de su vida estudiando algo que no le gustaba y trabajando en algo que no le llenaba.

Todo por no ser lo suficientemente valiente de hacer lo que de verdad quería.

Al llegar a casa, se encontró con su amiga y su novio, Bruno, el cual se estaba yendo. Prefería no pensar en lo que habían hecho para no llevar a su cabeza imágenes no deseadas.

— Vaya cara que traes, Titi, ¿un día duro? – preguntó su amiga

— No hubo mucha gente, solo un par preguntando información, el resto de cosas eran ordenador, correos y demás mierdas.

— ¿Entonces?

— He renunciado – soltó dejándose caer en el sofá – y ahora no sé qué hacer con mi vida

— ¿Cómo que has renunciado? Titi, ¿estás segura de lo que has hecho? – preguntó sorprendida. Maialen ya sabía que a su amiga no le gustaba el trabajo, pero nunca pensó que iba a renunciar

— ¿Segura? No, no lo estoy. Ahora no sé qué hacer y siento que, bueno, no, ha sido una pésima idea renunciar porque el dinero no va venir solo a mí, pero tampoco podía seguir en ese lugar. Mi jefe me ofreció otro puesto más alto, más horas y ganaba más claro, pero no quiero eso, no quiero estar toda la vida estancada en algo que no me gusta, así que lo estuve pensando toda la tarde hasta que dije, "Samantha, corre" y así lo hice, lo llamé y renuncié.

— ¿Qué te dijo?

— No quería que me fuera, me ofreció pagarme más si era necesario en mi mismo puesto, me cambiaba el horario a mi gusto, pero quería que siguiera ya que soy la que mejor relación tiene con los clientes al parecer... Pero aun así le dije que lo sentía. Me dijo que, si cambiaba de opinión, siempre seré bienvenida, pero no quiero volver a trabajar en una agencia de viajes, vaya rollo, los viajes los quiero hacer yo y sin agencia que salen más baratos.

Que electricidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora