Samantha se despertó con pocas ganas de hacer nada, se quedó un rato en la cama mirando el móvil y decidió saltarse las clases ese día. El día anterior había sido un caos para ella, ya que tuvo que dar una charla a unos alumnos de segundo de Turismo, querían que fuese ella con la ayuda de otra profesora. Quiso negarse, pero finalmente aceptó ya que no quería decepcionar a nadie si decía que no, siempre había aceptado todo ese tipo de eventos, pero estaba un poco cansada, sobre todo porque no estaba segura si había estudiado lo correcto.
Miró su móvil durante un rato, subió un par de fotos a internet, contestó mensajes a gente que ni siquiera conocía, habló con un rato con Dani sobre cosas totalmente irrelevantes, el chico se empeñó en contarle su caótico día como universitario y ella lo leía. La chica indirectamente le intentaba dejar claro que estaba en la friendzone y de ahí no iba a salir, no sabía si lo captaría o no, pero no quería que se ilusionara con nada, le tenía cariño y tampoco quería que el chico sufriese por algo que nunca iba a pasar.
Dejó el móvil a un lado después de un rato y se quedó mirando el techo, pensando en como iba hacer para plantar cara a Marc. Ya habían pasado un par de días desde que supo que no tenía nada, esto la dejaba mucho más tranquila a la hora de recibir mensajes, ya que sabía que no podían hacerle daño.
Se preguntó por qué ella... Lo sucedido con Marc solo le confirmaba que no debía confiar en los hombres y mucho menos abrirse a ellos, nunca sabes cuando pueden usar tus debilidades en tu contra.
En ese pensamiento entraba Flavio, sentía que ya se había abierto demasiado con él y eso no era bueno para ninguno de los dos, pero no podía evitar hacer ciertas cosas en el momento que sucedían, es como si dejase de pensar y actuase de forma incontrolada, eso le molestaba. No obstante, seguía intercambiando mensajes con él, nada profundo, solo eran mensajes irrelevantes, provocadores, selfies frente al espejo que dejaban con ganas al otro. Sin quererlo habían empezado un juego y ninguno era consciente de ello.
Se seguían viendo, pero hablaban poco, estaban más ocupados en la boca del otro.
Pura diversión.
Pura adicción.
Hacía dos días que no se veían cara a cara por temas de trabajo, el tiempo suficiente para extrañarse mutuamente. Extrañar era una forma de decir, ya que ninguno era consciente de ese sentimiento, tan solo se escribían y se provocaban más que otras veces, incluso con indirectas directas en redes sociales, así eran ellos, un juego peligroso del que ninguno podía, ni quería escapar.
Después de unos minutos, volvió a mirar el móvil, se sacó una selfie random y se la envió a él.
"Para que tengas una malísima mañana"
Le dio a enviar aquel mensaje tan simple pero que a su vez estaba lleno de significado. No hacía falta ser muy inteligente para darse cuenta que era una llamada de atención hacía él, una manera de provocarlo, de divertirse, una manera de echarlo de menos sin tener que admitirlo.
Se quedó mirando la conversación durante un rato esperando una respuesta, pero ni siquiera salía "En línea".
— Qué estúpida – exclamó en voz alta
Sacudió su cabeza tratando de eliminar cualquier pensamiento intruso que no pudiese manejar y decidió poner en marcha su plan con Marc. No estaba segura de como, pero por algún lado tenía que empezar.
Iba hacerle creer que quería estar con él. Le haría creer que no le tenía miedo, para cuando lo tuviese en la palma de su mano, soltarle todo sin ningún pudor. ¿Sería capaz de hacerlo? Ni ella misma lo sabía. Quería humillarlo, quería que él sintiera lo mismo que había sentido ella. No iba a reírse de ella. No iba permitir que quisiera atemorizarla de esa forma.