nosotros

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La fiesta de Eva estaba siendo todo un éxito, bueno, fiesta por llamarla de alguna forma. Solo estaban sentados/tumbados en un trozo de tela en el campo, mientras comían y hablaban de sus cosas. También tenían música no muy alta de fondo, lo suficiente para que no se pudieran quejar las personas que pasaban por allí o que querían pasar el rato.

— Yo es que no quiero empezar las clases – comentó Maialen. – Empezar una nueva carrera con personas más pequeñas que yo, no sé si es buena idea, pero es que tampoco fue buena idea perder años en una que no me aportó absolutamente nada

— Yo ya te he dicho que me parece muy valiente lo que has hecho, no cualquier se anima a cambiarse – le animó Eva – pero no hablemos de las clases, por favor, que hoy es mi cumpleaños. Quiero que hagamos un brindis – cogió su vaso de plástico con vino dentro y lo alzó. – Quiero brindar por todos nosotros, porque nos vaya bien este año, en lo académico, profesional y en lo personal

Todos los presentes juntaron sus vasos y brindaron.

— Yo he dejado mi trabajo – confesó la rubia. No se lo había contado a nadie salvo a Maialen, así que aprovechó ese momento para soltarlo. Flavio la miró sorprendido y con un aire de tristeza porque le hubiese gustado saber esa parte de ella en el momento, pero no estaban en ese punto

— Hala – exclamó Eva - ¿Por qué? Yo pensé que te iba súper bien

— Yo también, si siempre decías que cobrabas más de lo que hacías – añadió Anne

— ¿Tienes algún plan? – preguntó Bruno

— No era para mí, estaba cansada de ese trabajo y quizás es un poco locura haberlo dejado, porque tampoco sé que hacer, pero siento que era lo que tenía que hacer. Estoy intentando dejar atrás la Samantha que se conformaba y hacía las cosas por contentar a los demás o por tener su aprobación. Es hora de pensar en mí, así que empecé dejando mi trabajo

Flavio la miró y no pudo evitar sonreír al escucharla hablar. Quiso decirle tanto en ese momento, pero no era el momento, no quería abrumarla con sus palabras, pero con una mirada quería hacerle saber que estaba orgulloso de ella y ella lo supo en cuanto lo miró. Supo que él la apoyaba sin necesidad de decir nada, no era necesario soltar ningún discurso de apoyo para saber que él estaba ahí y eso la calmó un poco porque su opinión le importaba.

— Entonces, ¿te vas a tomar un año sabático? – inquirió la del pelo rizado

— No exactamente, tengo que exponer el TFM y después de eso pues... no sé. Podría volverme a mi pueblo, pero mi pueblo en esta época del año es súper aburrido, no hay absolutamente nada, aquí estáis vosotros. Supongo que me tomaré un tiempo para pensar y ya veremos después. Puedo permitírmelo, al menos unos meses, luego no sé – rio y tomó un poco de vino. – Estoy bien

— Todos estamos orgullosos de ti, Titi

— La verdad que sí, yo no me lo esperaba – añadió Dani. – Pero tienes nuestro apoyo en lo próximo que hagas

— Tía, si necesitas ayuda con lo que sea, llámame – se ofreció Laura, que a estas alturas ya era una más en el grupo

El encuentro continuó tranquilo, dejaron atrás la seriedad del momento y comenzaron a jugar a tonterías. Entre risas pasaron el rato, pero ninguno tenía planes de irse de ese lugar, incluso pidieron pizza para poder cenar todos juntos.

El sol se había ido, así que tenían mejores vistas a las luces de la ciudad, era un lugar precioso para estar. Samantha se levantó y se sentó un poco apartada del resto para poder observar las luces que iluminaban todo. Le gustaba pensar en las historias que contaban todas esas luces, ya sea de un hogar, de un restaurante, un local de barrio, las mismas farolas de la calle... todo contaba historias. Pensaba en lo afortunada que era de poder renunciar a su trabajo y aún así seguir viviendo, es triste como no todo el mundo puede darse ese lujo.

Que electricidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora