A la mañana siguiente de aquel acto ninguno se podía dirigir la mirada. Durante el desayuno se evitaron más de lo normal. Era algo que habían hecho el día anterior, pero esa mañana en especial hacían más esfuerzos de los que habían hecho anteriormente.
Para Samantha era bastante fácil, Dani se sentó al lado de ella durante el desayuno y estuvo hablándole, ella vio la oportunidad perfecta para no tener que mirar al otro chico, el cual desayunó en completo silencio, nada fuera de lo normal, así que nadie sospechó que algo había pasado entre ellos.
Habían cruzado la línea, lo sabían. Sabían que habían prendido fuego todo, porque eso no se consideraba jugar con fuego, era un incendio que no fueron capaces de apagar.
Tampoco es que pensaran en apagarlo.
Después de aquel acto ambos se quedaron bastante pensativos, incluso culpables por haberlo hecho.
Flavio no era el típico chico que tenía sexo casual, él prefería conocer antes a la persona y si surgía algo, perfecto, sino, tampoco le quitaba el sueño. Tampoco es que hubiese tenido muchas relaciones, pero en su corta vida sexual, no se acordaba de haber tenido sexo casual. No era propio en él, como tantas cosas relacionadas con ella.
Siempre ella.
Cuando se trataba de ella, era como si no fuese él mismo, como si no pudiese controlar su forma de ser o actuar. No podía. Le hacía hacer cosas que normalmente no haría, como devolverle todo lo que le decía, no callarse, jugar las mismas cartas que ella, provocarla, en todos los sentidos. Con ella no tenía miedo a decepcionar, ya que ella ya pensaba lo peor de él, así que actuaba casi sin pensar. Él, el chico que siempre piensa antes de actuar, el que analiza al milímetro la situación antes de opinar sobre algo, antes de abrirse a la persona. No sabía si odiaba o le gustaba esa versión de él. Quizás la odiaba porque no le gustaba ser cruel con nadie, pero solo sentir que no se estaba quedando callado y que eso le molestaba más a la rubia, le hacía sentir bien.
Sin embargo, la noche anterior cruzó un límite que ni él mismo supo como. Bueno, era evidente como. Pero no sabía que hacer al respecto. Se preguntaba que pensaría ella, quizás nada, quizás había sido un polvo. No es que él estuviese pensando en que era algo más, solo que para él era algo nuevo. Se había dejado llevar con la persona que más le molestaba y eso hizo que rompiera todas sus reglas y le llevara a tener sexo por el simple hecho de tenerlo.
Después de haber estado parte de la noche pensando, pensó que lo mejor sería que no la mirase más, no hablase sobre ella. Si su amigo Dani quería tener algo con ella, adelante, a él no le importaba. Su única preocupación era que estaba totalmente seguro que ella no quería nada con él y acabaría lastimando a su amigo, pero por lo demás, le daba igual. Nadie iba a enterarse de lo que había pasado y, sobre todo, no se volvería a repetir.
Por otro lado, la rubia pensó que lo mejor sería hacer como si nada hubiese pasado. Solo había sido un momento de lujuria para ambos, se dejaron llevar ya que la situación era bastante morbosa, no iba a negarlo. El hecho de tener sexo de esa forma con la persona que más le molestaba le hizo experimentar algo nuevo para ella, ya que sus encuentros siempre habían sido con chicos que le regalan tres palabras bonitas y hacía que mereciera la pena el polvo, pero con él no... Flavio no le decía nada bonito, al contrario, todo lo que veía en ella era negativo y eso la molestaba aún más. Quizás el sexo fuese una forma de no romperse delante de él, una forma de desquitar la impotencia que sentía al oírlo replicarla, una forma de olvidar todo lo que pasaba por su cabeza. La adrenalina hacía que por unos instantes se centrasen en su cuerpo y en su placer sexual.
Nadie iba a enterarse, estaba segura que el chico no diría nada, así que ella no lo haría. Se sentía un poco mal por Dani, ya que parecía tener ojos de corazones cada vez que la miraba y le contaba cualquier cosa ilusionado. Se sentía un poco culpable por seguirle la corriente, por reírse con él, por escucharlo, por devolverle los abrazos... todo ante la mirada de Flavio, que no sabía si lo que le molestaba era que usase a su amigo de alguna forma o que no fuese él.