Era un nuevo amanecer, y con ello un nuevo día de aventura para el pequeño Ryota, un niño demonio inexperto en las costumbres humanas.
Ya habían pasado días desde que todo lo malo ocurrió, la panza de su mamá empezaba a crecer gracias a los bebés que se desarrollaba en su interior. El pequeño Ryota notaba a sus padres muy emocionados por ese hecho, su padre siempre que se le presentaba la oportunidad acariciaba la panza de su madre y le hablaba como si fuera alguien más.
También empezaba a notar los repentinos cambios de humor de su mamá, ella lloraba por algo tan insignificante, como por ejemplo, cuando su tío Ban hacia algún chiste sobre la panza de ella, en un momento quería abalanzarse sobre él y pegarle para que se retractara y al otro lloraba al pensar que estaba gorda, ahí entraba Meliodas a consolarla.
Ryota pedía explicaciones, la primera vez que las pidió su madre se enojó mucho y le dedicó la ley del hielo a su esposo e hijo; la segunda vez que quiso preguntar decidió consultarlo con alguien más mientras su padre trataba de complacer a su mamá.
Acudió con su tía Elaine, quién en ese momento estaba con Lancelot pidiéndole que le hiciera un recado.
"Los cambios de humor de tu mamá se deben a qué su embarazo está produciendo más hormonas de lo habitual; quiero decir, que tus hermanitos están variando los sentimientos de tu mamá." Así le había respondido su tía Elaine con su amabilidad común.
Eso dejó a Ryota muy intrigado.
En ese momento decidió ir con Lancelot al mercado a cumplir con los recados de su madre, quería ver a las personas andar con tranquilidad, también sentir el aire fresco y sobre todo darle su espacio a sus padres (o más que darles espacio, salir del lugar donde había tanto alboroto).
En el camino su mente empezó a juntar varias palabras al azar, hasta que en un punto del camino esas palabras lograron formular una pregunta bastante intrigante.
De paso se encontraron a Margarita, quién por casualidad se dirigía a la taberna para verlos, por lo que en ese instante decidió acompañarlos al mercado.
La pregunta de Ryota empezó a picar en su mente cada vez con más intensidad, y de un momento a otro la curiosidad pudo más que él. Ansiaba la respuesta con mucha ímpetu.
Y allí comenzaría su pequeña aventura junto a sus amigos.
Pensaba que solo tendría que hacerle esa pregunta a alguien confiable y su curiosidad sería saciada, pero no se imaginaba lo difícil que sería encontrar la respuesta.
En ese momento se propuso encontrar la respuesta en ese mismo día.
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Los tres caminaban devuelta a la taberna, Ryota iba detrás de ellos mientras Lancelot fastidiaba a Margarita de todas las maneras posibles.
Los miró y no pudo evitar reírse al ver a Margarita abalanzarse hacia Lancelot para detenerlo, pero el mismo la esquivó haciendo que ella cayera y se fuera contra el suelo
Ryota fue a ayudarla a ponerse nuevamente de pie.
— ¡Esto no se quedará así!— advirtió Margarita molesta.
Lancelot le daba la espalda indiferente—. Si, tengo tanto miedo— dijo sarcástico mientras continuaba su camino.
— oigan...— llamó Ryota haciendo que Lancelot se detuviera y Margarita se centrara en él— ¿No se han preguntado cómo se hacen los bebés?— cuestionó pensante esperando alguna respuesta.
Lancelot volteó a verlo con una ceja alzada ante la repentina curiosidad que embargó a su amigo; Margarita empezó a preguntarse lo mismo.
— no lo había pensado hasta ahora que lo preguntas...— dijo Margarita pensante— es una muy buena pregunta; pero seguro Lancelot sabe cómo se hacen los bebés, después de todo él sabe muchas cosas— dijo animada viendo al aludido.
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La sangre no nos hace familia
أدب الهواةDoce años, casi trece años cumplidos después de que la guerra culminara y Los Ocho Pecados Capitales tomaran diferentes rumbos, éstos vuelven a verse, pero no en una situación agradable. Conocerán un peligro que ha acechado a la familia de los demon...