Ambos se observaron con sorpresa, el moreno por haber despertado de golpe, y el otro por verlo tan vulnerable, se quedaron así hasta que el moreno apartó la mirada y tanteo que su parche estuviera intacto, olvidando el recuerdo del dolor luego de unos minutos, aunque con ligeros escalofríos recorriéndolo de vez en cuando.
El pelirrojo se apartó de él dándole su espacio, aunque acariciando ligeramente su espalda para no abandonarlo por completo.
Ambos eran cómplices de un pacto de silencio, donde sabían que podían contar el uno con el otro, sin embargo, ambos necesitaban romper el hielo para poder responder sus dudas y ayudar al otro.
- ¿quieres hablar de eso? -preguntó con suavidad, aun manteniendo la leve caricia con el otro.
El moreno guardó silencio por unos minutos, agarrando el valor para poder revivir sus recuerdos una vez más y contarle todo, estaba cansado de guardarse aquellos demonios por tanto tiempo, sin nadie a quien contarle como se sentía ni con quien quejarse de lo injusta que era la vida con él, y el pelirrojo ahora parecía ser una luz que venía a rescatarlo de su oscuridad.
El pelirrojo lo escuchó con calma, dándole su tiempo y espacio, reviviendo sus propias experiencias también, después de todo, solo eran dos almas rotas intentando ayudarse entre sí, y él lo entendía bien.
Otra vez se la pasaron hablando por horas, una charla tan necesaria para ambos que ni siquiera se tomaron la molestia de fijarse en la hora, nada de eso les importó en ese momento, no mientras se tuvieran el uno al otro.
Todo se sentía más íntimo entre ellos, no era una exageración teniendo en cuenta todos los secretos que habían descubierto y compartido con el otro, finalmente se sentían completos, como si hubieran encontrado aquella pieza faltante en sus vidas, todo por algo tan simple como confesar sus miedos.
Pero junto con ese acercamiento, también significaba que pronto tendrían que hacer un reporte, algo que no era la preocupación principal de ellos, sino que se preocupaban más sobre la relación que mantendrían después de que terminase el trabajo.
¿acaso el moreno querría huir con él? ¿acaso podría terminar el compromiso con su prometida con tal de centrarse en el nuevo vinculo que había creado con el pelirrojo?
También habían pasado más tiempo escribiendo en sus diarios sus descubrimientos, sus sentimientos, pequeños detalles y pensamientos que tenían sobre el otro, todo como si fueran dos adolescentes enamorados por primera vez, asustados también por lo que les depararía el destino.
Diluc se sentía extraño, no estaba acostumbrado al sentimiento de nerviosismo y éxtasis que lo invadía cada que el otro lo miraba o sonreía, no estaba acostumbrado al amor en ninguna de sus facetas, sin embargo, no sentía ganas de deshacerse de ese sentimiento en absoluto.
Kaeya por su parte no lograba comprender que era lo que pasaba en su totalidad, pero podía afirmar que se sentía increíblemente bien, aunque no sabía realmente qué hacer con su situación y sentimientos porque nunca fue bueno entendiéndolos tampoco, pero haría lo posible por conservar aquella felicidad que nacía en su corazón al estar cerca del otro.
Fue un lunes el día en que decidieron entregar sus reportes, pero el universo había decidido que las cosas ese día estaban dadas para complicarse y cambiar para siempre el destino de ambos.
Se encontraron con sus clientes en los respectivos lugares que tenían previstos para sus reuniones, ambos siguiendo un patrón similar, contando lo que sabían, guardando muchos secretos de paso, sin romper del todo aquella confidencialidad que habían creado, hablando no más de lo necesario sobre la vida del otro, aunque mostrándose ligeramente más felices también.
Entre los dos chicos, Childe fue el primero en darse cuenta de los sentimientos que comenzaban a notarse en Kaeya, después de todo, había desarrollado una habilidad para comprender a la gente más allá de las palabras desde que conoció a Zhongli, sin embargo, el pelinegro lo pasó totalmente por alto cuando habló con Diluc, notando apenas un cambio de ánimo, pero sin poder asimilarlo realmente al amor.
El par de investigadores no se había encontrado desde hace unos días, pero entraron en contacto nuevamente ese día, únicamente cuando el pelirrojo finalmente salió del lugar que había compartido con su cliente, ya que había sido el que más se demoró en dar su informe.
Caminó por las calles, tranquilo y feliz, pensando en buscar al moreno o al menos hablarle, hasta que una escena le hizo quedarse estático, llevándolo a esconderse para escuchar mejor.
Había visto al moreno hablando con la chica que lo había insultado la vez que lo conoció, sintiéndose extrañamente intranquilo, y pensando que tal vez se debían conocer, no se le hacía normal que él lo hubiera rescatado justo en ese momento y ahora tuviera toda la confianza del mundo para hablar con ella, pero ahí estaba, y no creía en las coincidencias.
Ocultó su flameante cabello con una capucha y se sentó en una mesa de una cafetería cercana a escucharlos, sintiéndose culpable por eso.
-escúchame, no puedo hacer esto, tengo trabajo que hacer...
La chica replicó molesta.
-el arreglo ya está hecho, es lo mejor, ¡además puedes dejar tu trabajo para después!
-tenías que consultarlo conmigo primero.
No entendía por qué el otro estaba tan molesto, estaba confundido.
-pero está hecho, la ceremonia será en 3 días, supongo que puedes limpiar tu agenda para entonces, ¿O acaso no te importa esto?
¿Ceremonia? El pelirrojo no podía comprender de que se trataba, o más bien, no quería creer en lo que estaba pensando.
Escuchó un suspiro del moreno antes de que su alma abandonara su cuerpo.
-ya me tomé las molestias de enviar las invitaciones de nuestra boda, solo espero que puedas dignarte a sonreír un poco más, no quiero un esposo amargado, es suficiente con que uses un parche feo todo el día.
El tiempo se congeló para él, se levantó discretamente del lugar y se marchó, no quería seguir escuchando, no quería seguir rompiendo su corazón de una manera tan cruel, no le gustaba el dolor en su pecho.
"Esto tiene que ser una broma" se repetía constantemente en su cabeza, sin darse cuenta de que su cuerpo había comenzado a temblar de forma incontrolable y su caminata se transformaba en una carrera para llegar a su casa.
No quería creer que era cierto, no podía siquiera pensar en que lo fuera.
Se encerró en su habitación, evitando a los desconocidos que lo rodeaban en su propia casa, sintiéndose de cierto modo traicionado y engañado, incluso si fue el mismo que accedió a hacer todo esto como una farsa.
Quería gritar, llorar, romper cosas, reclamar, pero sabía que ni siquiera tenía el derecho a hacerlo, estaba acorralado, ¿Es peor descubrir la verdad de su "casi algo" o ser el que es odiado por sus acciones?
Sentía un nudo en su garganta, el karma era una perra.
Volvía a quedarse solo, sin nada a lo que aferrarse, y con un trabajo que no tenía ganas de seguir atendiendo, así que finalmente pensó "¿Por qué no escapar?"
No tenía a nadie, y la última persona que podría haber sido algo ahora se sentía horriblemente lejana, horriblemente dolorosa.
No le tomó más de media hora en armar sus maletas y huir en medio de la soledad de la noche, sin dejar ni una nota ni un rastro, después de todo, no había nadie que pudiera estar ahí para extrañarlo.
No cuando su última esperanza fue aplastada hace unas horas.
Caminó sin rumbo fijo hasta el amanecer, perdiéndose finalmente en las largas calles de una ciudad desconocida.
ESTÁS LEYENDO
Juego de Seducción - Kaeluc
Fiksi PenggemarLo que empezaría como una idea estúpida de un par de amigos borrachos, se puede convertir en el mejor romance de alguien. ¿Qué pasaría si alguien contrata dos investigadores privados para investigarse el uno al otro?