· V e i n t i u n o ·

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—¡Nuestra Olivia ha llegado!

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—¡Nuestra Olivia ha llegado!

Isabella se lanzó drásticamente a mi cuello en cuanto nos encontramos en la fiesta, dándome un abrazo tan fuerte que casi me ahoga. Detrás de mí me pareció escuchar a Jax reír, aunque la música taponaba mis orejas.

—¿Entonces te lo tiraste antes de venir, o no? —Preguntó en mi oído, sin soltarme.

Me alejé de golpe de ella, mirándola con los ojos muy abiertos. Una vez Carla había mandado el mensaje haciendo la broma, el resto también puso algo. Y, por lo visto, habían bromeado sobre el tema en persona, y se lo acabaron tomando en serio.

Isa se rió de mi cara, y añadió:

—¡No me mires así! Habéis llegado super tarde.

Justo como Jax dijo que haríamos.

Carla me preguntó si quería algo de beber y Jax se ofreció a acercarnos un par de bebidas. Le pedí una cerveza, y me quedé charlando con mis amigas, para que me pusieran al día sobre lo sucedido hasta el momento.

Lydia Stevens no estaba en la casa, para empezar. Jason había intentado ligar con su hermana menor. Ella se había enfadado y le había intentado lanzar un jarrón a la cara, pero él lo esquivó y el jarrón se rompió. Tuvo que irse (con su hermana) a por uno nuevo a la tienda antes de que sus padres lo descubriesen.

Eric Evans y Colton Sanders se estaban enrollando en una de las habitaciones. La última vez que fueron vistos Colton le metía la lengua hasta la garganta Eric (algo que, a día de hoy, en realidad sé que no es nada agradable) en las escaleras que llevaban al piso de arriba.

Pero lo que más me interesaba...

Mateo Ford se había traído una botella de tequila y estaba bebiéndola en la barra. Las malas lenguas decían que lo había dejado con su pareja.

—Oh, y Heeijin le ha tirado la cerveza a Ezra el baboso por toda la camiseta —añadió Isabella con una sonrisa un tanto perturbadora—. Me gustaría decir que fue sin querer, pero todo sucedió justo después de que él la confundiera con una niña pequeña.

Esa información me hizo olvidarme de Mateo por unos segundos. Y también preguntarme por qué razón ella y Jax habían usado el mismo apodo para referirse a Ezra.

—Me preguntó si era superdotada —gimió Heeijin, con la frente arrugada y ladeando su bebida—. Y cuando le dije que no, comentó que entonces no entendía cómo una niña de catorce años estaba a punto de acabar el instituto.

Abrí los ojos con asombro. Desde luego, le había tirado la cerveza de forma deliberada. No soportaba que nadie la confundiera con una chica más joven.

—Ahora se pasea por toda la fiesta sin camiseta —continuó Isabella, como si aquello fuera algo muy gracioso—. Y creo que está un poco asustado de Heeijin.

Una Perfecta Equivocación © YA EN LIBRERÍASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora