· T r e i n t a & T r e s ·

131K 10.6K 3K
                                    

—Estoy impresionado

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Estoy impresionado. Eres más inteligente de lo que pensaba, piojosa.

Alcé la cabeza con suficiencia hacia Jax. Estábamos sentados en el sofá de su apartamento, cada uno a un lado, estudiando historia porque tendríamos un examen pronto. Su padre estaba trabajando, y nos había dejado preparada una ensalada de pasta para la cena que hacía ya bastante que nos habíamos comido.

Me tía me dio permiso para que fuese a estudiar a su casa, pero también se aseguró de que tendría cuidado, usaría protección y me negaría de no estar segura de querer hacer algo (es decir, tener sexo).

Sospechaba que para ella era más sencillo ser tan abierta con el sexo que para mí, pero en más de una ocasión me dijo que se trataba de mi cuerpo y que a estas alturas de la vida no podía prohibirme que me acostara con alguien. Si se enfadaba, sería con ella misma por no enseñarme a cuidarme, y después conmigo si sabiendo hacerlo no me cuidaba.

—¿Acaso alguna vez te di motivos para dudar de mi inteligencia?

Jax ladeó la cabeza y abrió la boca para contestar, pero al ver mi mirada seria se calló y simplemente se rió.

Buen chico. Íbamos aprendiendo.

Bajé de nuevo la mirada a mis apuntes, pero noté por encima de los folios un pequeño movimiento. Al bajarlos, me encontré a Jax más cerca de mí, y no en la esquina del sofá donde le había dejado.

—¿No te has aburrido ya de estudiar? —Preguntó.

Sus ojos, sonrientes, bajaron un poco sobre mi rostro... a mis labios. Sentí cómo me calentaba por dentro, pero intenté tener suficiente fuerza de voluntad para negarme.

Aunque en realidad quisiera lanzarme sobre él en ese mismo momento.

—Cinco minutos más —le aseguré.

Y volví a intentar leer el último párrafo en mi cabeza.

Sin embargo, en seguida noté una mano cálida sobre mi pierna. Estaba medio tumbada en el sofá, estirada hacia Jax, por lo que al bajar los apuntes de nuevo no me sorprendió ver que él colocaba mis rodillas encima de las suyas, amoldándose entre los asientos y mi cuerpo.

—¿Estás cómodo así? —Me burlé.

Sus ojos brillaron con malicia en mi dirección. Ups.

—Estaría más cómodo si te tuviera a ti entera debajo de mí. O encima. En la posición que más te guste, en realidad.

Tragué saliva duramente, y su mano volvió a posarse sobre mi rodilla, subiendo lentamente hacia mi muslo. Sus ojos compartieron una mirada traviesa conmigo, consiguiendo que sonriera... y volví de nuevo a mis apuntes.

Pero la mano de Jax continuó moviéndose, llegando a la parte superior de mi muslo, y entonces preguntó:

—¿Paro?

Una Perfecta Equivocación © YA EN LIBRERÍASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora