Capítulo 2.

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Maratón 1/2.

Agradecia mucho que mi instituto tuviera uniforme, me ahorraba el trabajo de decidir cada mañana que ponerme. Y no es que no me gustara la tarea de escoger ropa sino que el problema era más bien el horario. Mi cerebro no solía funcionar tan temprano.

Agarré la falda con las medias y la camiseta con el chaleco y me cambié lo más rápido que pude, cepille un poco mi cabello y agarrando la mochila bajé para poder desayunar.

Como el día anterior mi padre se había ido, me sentía bastante sola. Hice un desayuno rápido y llamé a Rami para que pasara a recogerme.

Trate de no pensar en la ausencia de mamá con todas mis fuerzas pero era inútil, la extrañaba mucho. Di un pequeño respingo cuando tocaron la bocina afuera, supuse que era Rami así que salí de la casa. Confirmé que era él y me subí a su coche.

Hacía un frío tremendo afuera, sin embargo ahí dentro estaba agradable gracias a la calefacción.

Bendita calefacción, te adoro.

- Sé que es una pregunta tonta pero, ¿Cómo sigues?

Sabía a lo que se refería, él quería que hablara de toda la situación de mi madre. No lo culpo, se que solo quiere lo mejor para mi y tratar de consolarme pero no me sentía a gusto hablando de eso. No tan pronto.

El que haya sacado el tema solo aumentó el vacío que sentía, no iba a decírselo por supuesto pero enseguida me sentí mal. Me limité a responderle que estaba bien y aunque sé que no me creyó no insistió más, y yo se le agradecí internamente.

Llegamos al instituto y lo primero que veo son las caras de mis compañeros al mirarme. Rami me paso una mano sobre los hombros y caminamos juntos hacia adentro. Lo sentía como una barrera protectora de toda la situación a mi alrededor.

Nunca me había gustado saber que los demás sentían lástima por mi, menos ahora. Yo no lo merecía... ni lo quería. Todo había sido mi culpa ¿por qué no lo entendían? Yo era la culpable, los culpables no reciben lastima de los demás.

Cuando entramos al aula, cinco minutos antes, el profesor no pudo ocultar la cara de sorpresa al verme. Se suponía que podía volver cuando quisiera, supongo que ninguno imaginó que iba a ser tan pronto. Hasta Rami se había sorprendido cuando se lo comenté la tarde anterior.

Toco el timbre y todos empezaron a entrar, la mayoría de los que iban pasando a mi lado se detenían un minuto para decir que lo lamentaban. Quizás suena horrible, pero estaba harta de eso. Estaba harta de todos los "Lo siento" "Lo lamento mucho" "Entiendo por lo que estás pasando". Eran más por compromiso que por cualquier otra cosa.

Había notado que estos días estaba más irritable de lo común, solo cuando estaba sola podía volver a ser un poco yo.

Elegí sentarme al fondo, después de todo no quería que la gente me estuviera mirando todo el rato. Saqué mis auriculares y los conecté a mi celular, enseguida le puse play a la música y le bajé un poco el volumen para también escuchar a mi profesor.

Llegó la hora de almorzar y como no quería hablar con nadie le pedí a Rami sentarnos solos esta vez. Siempre solíamos comer con su equipo de Fútbol, esta vez no me apetecía para nada. Mucho menos teniendo en cuenta que algunos podían llegar a ser verdaderos imbéciles a veces.

Antes también almorzabamos con Luz, la novia de Rami. Este año ella había empezado la universidad así que no estaba más con nosotros aquí. La echaba de menos también, era la única chica del instituto en la que confiaba del todo.

Fuimos en busca de la comida y de una mesa para nosotros cuando una fuerte carcajada llama mi atención. Un chico alto y rubio se reía junto con los del equipo. ¿Que rayos?

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