Filipo, también conocido como el chico de la cafetería, había venido a recogerme. Me fijé en como venía, estaba demasiado guapo. Tenía el pelo negro revuelto como siempre y sus ojos grises parecían azules bajo la luz de la entrada de mi casa. Llevaba puesto un Jean con un suéter azul que resaltaba sus ojos. Él estaba simplemente lindo, y yo estaba a punto de derretirme como un chocolate al sol. Nunca pensé que estaría en esta situación, al menos no de esta forma.
—¿Vamos? —Dijo él.
—Por supuesto. —Dije y me encamine a su auto, el se adelantó y me abrió la puerta del copiloto para mí.
De verdad iba a derretirme.
—¿Te he dicho ya que estás muy linda? —Dijo una vez que encendió el coche.
—Si. —Dije sonrojandome. —Tú también te ves guapo.
—Gracias. —Pronunció guiñandome un ojo.
Este es nuestro fin.
—Así que, no eres de por aquí ¿verdad? —Esperaba que mi pregunta no le incomodara.
El río suavemente, notaba como sus hombros se movían y como un hoyuelo se formaba en una de sus mejillas.
—¿Te has dado cuenta por mi acento? —Inquirió él.
—Algo así.
—Soy de Italia, aunque he vivido en esta ciudad por casi cuatro años.
Algún día iba a visitar Italia.
—¡Wow! Debe ser bonito, ¿no?
—La verdad si.
—¿Extrañas vivir allí? —Me apresuré a preguntar.
Querida, dale un tiempo para respirar por favor.
¡Dios mío, de tanto juntarme con Dani se me habían pegado sus costumbres!
Ay, Dani. ¿Qué estará haciendo?
Basta ya.
—Lo siento, estoy preguntando mucho. —Dije rápidamente.
—Está bien, no me molesta. —Dijo él haciendo un gesto con su mano como restándole importancia al asunto. —Respondiendo a tu pregunta, si, a veces extraño. Pero me gusta vivir aquí también.
—Esta ciudad no debe ser nada comparado con Italia.
—Lo cierto es que tiene cosas muy bonitas.
Yo había vivido toda mi vida aquí y todavía no le encontraba algo que llamara la atención o algo que la diferenciará de las demás ciudades. ¿Cómo podía hacerlo él?
—¿Cómo cuales? —Dije por curiosidad.
—Como a ti.
ATAQUE CARDIACO, ATAQUE CARDIACO, ATAQUE CARDIACO.
¡Cállate ya! Me poanes más nerviosa.
Mis mejillas ardían, estaba segura de que si me miraba a un espejo podría ver un tomate viviente. O sea a mí.
—¿Que? —Dijo él girando su cabeza para mirarme mientras sonreía con una inocencia fingida. —Solo digo la verdad.
Yo le di una sonrisa de boca cerrada y seguí con mi labor de hacer preguntas hasta que llegamos al lugar en donde íbamos a cenar.
Cuando nos bajamos del auto pude visualizar un lugar de comida rápida, me gustaba el estilo del lugar. Era medio retro... o vintage, como le dicen ahora. Tenían una maquina para pasar música vieja. De esas a las que les pones monedas y podes elegir lo que va a sonar en todo el lugar. Las paredes tenían muchos cuadros de grandes cantantes o bandas reconocidas. Cuando vi un vinilo de Queen colgado, le pedí a Filipo que me tomara una fotografía para capturarme junto aquel lindo adorno. Además tenia mesas grandes de madera para sentarse de a dos o de a cuatro. El lugar era bastante acogedor.
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Instantes
Ficțiune adolescenți¿Qué tan rápido puede cambiar la vida de las personas? Para mi el cambio fue solo en un instante, sin tiempo a procesarlo, sin tiempo a acostumbrarme. Ahora solo tenía un vacío en mi interior que se hacía más grande cada día y solo me recordaba cua...