Capítulo 7.

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Le di dos toques a la puerta antes de pasar. Allí estaba Julia sentada en su silla frente a la gran mesa de vidrio con su anotador y un par de bolígrafos.

—Hola Jaz, pasa. —Me dijo dulcemente.

—¿Cómo te ha ido estos días?

—Bastante bien la verdad, decidí que quiero volver a estar como antes. —Ella esbozó una gran sonrisa.

—Vaya, ese es un gran paso. Estoy muy orgullosa de ti.

—Gracias. De hecho... —Dije algo nerviosa jugando con mis manos sobre mi regazo. —Hay algo de lo que quiero hablar. Creo que estoy lista para hacerlo.

Sus cejas subieron y su boca formó una gran o, no pudo ocultar su cara de sorpresa.

—Claro, dime.

Fue cuando estaba por hablar que sentí una ya conocida sensación.

Me desprendo el cinturón de seguridad para poder acomodarme mejor y ver el panorama.

¿Mamá? —Digo moviéndola para que reaccione. —Mamá despierta.

Ella está cubierta de sangre, la tiene por todos lados, no se que hacer. No puedo verla así, siento como algo se estruja en mi interior al hacerlo.

¡Ayuda!

¡Que alguien venga a ayudarnos por favor! —Grito desesperada.

Intento salir del coche por una de las ventanas, el auto está dado vuelta. Cuando estoy saliendo siento un ligero ardor en mi palma izquierda, la miro para ver que es lo que esta pasando y veo un vidrio insertado en ella. Me había hecho un corte profundo con él.

Salgo del auto de todas formas y me quito como puedo el pedazo de vidrio de la mano. Me miró la ropa y el cuerpo.
¡Dios mío! Tenia Cortes por todos lados y la ropa estaba hecha un lío, hasta tenía una parte de la camisa rajada justo en donde estaba el cinturón de seguridad.

Camino un poco para ver si encuentro a alguien que nos pueda ayudar, ¿qué es lo que había pasado?

Todavía me encontraba en un estado de shock y no entendía bien lo que sucedía pero de todas formas sentía adrenalina dentro de mí.

No logro encontrar a nadie así que vuelvo hacia donde estaba mi madre y trato de que despierte pero nada funciona. Me siento en el pasto, junto a la ventanilla en donde estaba ella.

Pasaron 10 minutos y nadie aparece. Mi garante arde de gritar por auxilio.

Noté que lágrimas caían y mojaban mi falda y mis manos. Estaba llorando de vuelta, esos recuerdos no dejaban de venir a mi mente. Podía cerrar los ojos y todavía la veía a ella y a mí llenas de sangre, podía recordar mis intentos por pedir ayuda y como nadie respondía a ellos.

Empecé a sentir frío a pesar de que la calefacción estaba prendida en el consultorio, mis palmas sudaban, tenía la extraña sensación de que alguien me estaba aplastando y me hacía chiquitita. Sentía como me faltaba el aire y tenía la necesidad de moverme para sacarme todo el peso que sentía encima. Lloré, lloré como nunca lo había hecho y me sentía frustrada.

¿Por qué no podía hablar de aquello sin que reaccionara de esta forma? ¿Por qué con Dani si podía?

Dani.

¿Por qué estaba pensando en él en un momento como ese?

Me paré del sillón y empecé a dar vueltas y vueltas por todo el consultorio, estaba segura de que a los ojos de Julia parecía una loca. No me extrañaría que después de esto me llevara a una clase de manicomio.

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