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Sentado en su escritorio, solo en su casa, mirando atentamente y concentrado en lo que su mano escribía en el cuaderno mientras que de uno de sus oídos colgaba el cable de el auricular que le daba música a la tarde gris que estaba viviendo.

A pesar de estar en medio de vacaciones, Horacio había iniciado con un curso en línea de clases de francés antes de que los días de clases terminaran, el curso se extendía durante todas esas vacaciones por lo que era prácticamente lo único que tenia que hacer durante ese tiempo.

Escribir, escuchar, ver y repetir en vos alta las anotaciones que hacia en el idioma era lo que había estado haciendo todo el día. Monica se había quedado en la casa de Irina a cocinar una vieja receta de galletas de la Señora Volkov, así que no tenia que preocuparse por ella durante unas horas,  Leonardo tampoco le importaba demasiado en donde estuviera, aun que creía que lo había escuchado hablar por teléfono en la primera planta.

Terminó la frase completa en Francés y solto la pluma encima de el papel rallado de la hoja, suspiro y se dejo caer completamente en el respaldo de su silla, apoyó los pies en la pared de detras de el escritorio y se empujó a si mismo hacia atras para alejar la silla de el escritorio.

Al mismo tiempo que la silla de el moreno se detenía en frente de la ventana, de el lado de afuera de esta Volkov se ocultaba a un lado de la pared nevada de la casa, aún sabiendo que– técnicamente –nadie podía verlo.

No tenia ningún tipo de razón por la cual estar en esa ventana observando a el que el creía que era un desconocido. Sin embargo, ahí estaba, con la capucha de su sudadera helada puesta sobre sus cabellos inútilmente y examinando lo más posible la habitación de ese chico.

Había decidido que si la Luna no le decía nada sobre quien era esa persona, el mismo lo descubriría por su cuenta. Quería sacarse la duda de encima, ¿Acaso era posible? ¿Acaso alguien por fin podría verle? ¿Podría dejar de estar solo cada maldito invierno?

No sabia si responder sus preguntas era buena o mala idea, pero no iba a soportar una eternidad de soledad cuando la compañía podía estar a medio metro de él.

Asomó un poco su cabeza para ver, la posición de Horacio ahora era más relajada, sus manos descansaban entrelazadas atras de su cabeza, sus ojos estaban perdidos entre las mil y una cosas que había en su escritorio. De golpe, bajo sus manos y volvió a arrastrar sus pies para acercarse al escritorio, esta vez llevando sus manos a la computadora portátil que estaba en la esquina de el sector de trabajo de el de cresta. Pareció estar unos minutos buscando algun tipo de documento o algo parecido, pero termino por darse por vencido y levantarse de la silla para salir de la habitación.

La oportunidad se le presento al chico de afuera, por lo que cuando vio la puerta cerrarse por completo quito la capucha de su prenda y se puso totalmente enfrente de la ventana, con la parte superior de el bastón hizo palanca para poder abrir la ventana y procurar no hacer tanto ruido, en silencio, paso una parte de su cuerpo por el espacio y luego el resto, quedando dentro de el lugar. La temperatura era claramente diferente a la de afuera y a la que el acostumbraba a traer a la ciudad, pero por alguna razón no le molesto y paso a inspeccionar animadamente la habitación.

Su mirada fue a un principio hacia la izquierda, la cama de el chico estaba pegada a la pared y en medio de la habitación, con una mesa de noche a su lado izquierdo y al otro lado estaba un gran armario con ropa–probablemente de invierno –. Extrañamente su mirada se quedó pausada a los pies de la cama, justo al final de esta, inclinó su cabeza confuso al haberse interesado en ese sector pero al instante una punzada de dolor golpeó su nuca, atudiendole unos segundos.

Pestañeo rápidamente cuando el dolor se calmo un poco, su respiración se habia agitado y su corazón frío se habia acelerado, como si ese dolor repentino hubiera sido una advertencia de que no era el lugar en el que tenia que estar, o quizás el momento. Pero la advertencia fue ignorada olímpicamente y Viktor se dio la vuelta para poder ver ahora el lugar donde antes el de cresta trabajaba.

Paso de leer lo que habia estado escribiendo, ya que sabia que no entendería ese idioma, así que trato de fijarse en las otras cosas arriba de la mesa, fruncio el seño curioso al ver que lo único que estaba fuera de lo normal era un marco de fotos boca abajo.

Otra vez su mirada se quedo allí, frenada en la madera de la parte trasera de el portaretratos, esperó quizás otra punzada en su cabeza como la de recién, pero solo recibió una puerta abriéndose a su lado.

–¿¡Que cara- –El de cresta quiso gritar al notar que habia alguien más en su habitación, pensando que era un adulto gracias a la altura, pero se calló cuando esa persona se dio la vuelta.

La carpeta que Horacio tenía en su mano calló al piso de golpe, marcando así un silencio que no podrían describir como incomodo si no como pesado, dentro de sus almas por alguna razón algo pesaba, como si el mundo comenzará a ensordecedor y la luz comenzará a bajar más de lo normal, como si algo que dolia se transformaba en algo que saltaba y volvía a doler por el cansancio.

–¿P-puedes- Puedes verme?–Tartamudeo casi sin aire el de cabello plateado, apretando con fuerza el bastón en su mano izquierda y señaldandose a si mismo con su otra mano.

Aún había distancia entre ambos, ya que el de cresta prácticamente estaba paralizado y pegado a la puerta cerrada, y por eso el invisible no llegaba a ver los oscuros ojos bicolores comenzar a aguarse. Horacio llevo sus dos manos ahora libres a cubrir su boca y su nariz mientras asentía, temblando.

–¡¿Puedes verme?! ¿¡En serio?!–Exclamó ya con su corazón explotando–¡E-E-Esto es perfecto! ¡Dios, al fin! De verdad, estaba muy cansado de que nadie pudiera verme–Balbuceaba totalmente rebozado de felicidad y emoción, no se percato de como el chico parecía acercarse a él con incredulidad–Mi-Mi nombre es V-

–Vik–Sollozo el moreno, destapando su rostro, sin saber si sonreír, llorar o explotar.

–¿Q-Que?.

Quizás si habia sido una mala idea.

–Tú...E-Estas aquí–Volvió a sollozar el de pecas, con sus manos juntas sobre su pecho. Ahora el paralizado era Volkov, sentía que no tenía más que hacer, no tenia que moverse, ni hablar, incluso ni respirar, se ahogaba en angustia, desesperación y miedo y no podía flotar a la superficie.

Oh, need a love now...
My head is thinking of❞

Sintió luego de mucho tiempo un roce, casi imposible de sentirse de no ser por la extraña situación, más el calor que se decía que las caricias tenían nunca llego a su mejilla, ya que de su unión el dolor volvió y esta vez a ambos, siendo acompañado por gritos, llantos, risas, discusiones, fotos, abrazos y muchas cosas más. No era posible describir con claridad las imágenes ya que la luz blanca que las rodeaba dejaba ciegos hasta a sus propias conciencias.

Nada era claro y todo lo era al mismo tiempo, miles de distintos gritos con el nombre de el contrario habian sido escuchados en esa fracción de segundo que el contacto de la mano de Horacio con la helada mejilla de Viktor habia durado, para luego finalmente romperse agresivamente, dejando a ambos a casi la misma distancia de el inicio, con sus cabezas doliendo y lagrimas saliendo de sus ojos.

And I wanna cry, I wanna fall in love
But all my tears have been used up❞

『❆─🌨𝙒𝙄𝙉𝙏𝙀𝙍 𝙁𝙍𝙊𝙎𝙏🌨─❆』| VolkacioAu!!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora