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Cerro con sus manos tambaleantes esa caja de cartón que paso de estar vacía a tener en su interior sus prendas de ropa. Los suspiros que había soltado a lo largo de esa tarde eran del mismo número que las cosas que quedaban empaquetadas.

Trataba de aflojar el nudo en su garganta a base de eso, ya que ahora no tenía manera de aliviar esa angustia con la que se había acostumbrado a vivir antes de que él volviera a aparecer, pero desde que le pidió a Viktor que se alejara, todo pasó a ser del mismo azul triste.

Se acercó una última vez hacia el escritorio vacío de su habitación y tomó el único objeto que estaba encima de este, el portaretratos sin fotos. A pesar de no querer pensar más sobre lo sucedido esos días, la foto que se llevó Viktor era la única prueba física quizás de que no era un producto de si imaginación, pero decidía ignorarla.

Después de todo, ya estaba emprendiendo su mudanza hacia esa universidad que Leonardo había pagado.

Se acercó quizás por última vez a su ventana. La luna se mostraba completa entre las nubes a pesar de que el cielo aún brillaba en el día, muro si forma, más grande de lo usual. Suspiró y miro hacia una de las farolas de enfrente de su casa, lo vio con el mismo semblante triste con el que él lo miraba.

Volkov estaba sentado ahí, sentado en lo alto del poste de luz con algo entre sus manos y su bastón en su espalda, veía también el camión de mudanza y apretaba la fotografía entre sus manos. Sentía una impotencia horrible al no poder demostrar lo que el de cresta pedía, pero ¿como hacerlo cuando ya se sentía mal de solo acercarse?

Compartían ambos un nudo en la garganta que los llevaba a el llanto, pero la ventana se cerró cuando para el francés ese llanto comenzó a hacerse presente.

Del jadeo de sorpresa, el ruso aflojó todo su cuerpo, incluyendo la tensión en sus manos. La foto se deslizó entre las corrientes de aire, amagando una caída infinita hasta el pavimento de la calle. Pero el mismo viento que la llevaba a su perdida bajo los ojos cristalinos de un ruso invisible, cambiaron su dirección hacia otro lugar, otro destino.

Viktor vio la foto alejarse, subir y bajar, ondeando sus movimientos en ritmos que creía entender de alguna forma. Frunció el seño y miro hacia arriba, la luna estaba en el cielo aún siendo de día, tan grande y resplandeciente como el amor que una pérdida nunca llegó a apagar.

Reconocía ese sentir, de que los cráteres del satélite le empujaban para moverse por donde sabia que tendría que ir. Pero por primera vez desobedeció unos segundos solo para ver el camión de mudanza enfrente de la casa de Horacio, no estaba completamente lleno, pero tampoco vacío.

Decidido, dejo su bastón de lado y salió a saltos sobre naturales a perseguir la foto que le llenaba el corazón de algo que no sea frío.


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Evitaba en lo posible golpear su cabeza contra ramas o hojas, trataba de mantener su vista fija en el papel que nunca dejó e volar hasta introducirlos a ambos dentro de un bosque. Helado se sentía el viento impulsar su espalda junto a la foto, y fría era también la incertidumbre de no saber a donde era guiado.

Pero dolorosamente cálido era el palpitar de su corazón, que le gritaba como un entrenador a su equipo alcanzar esa foto a pesar de que su cuerpo no pudiera compararse a la velocidad que llevaba.

『❆─🌨𝙒𝙄𝙉𝙏𝙀𝙍 𝙁𝙍𝙊𝙎𝙏🌨─❆』| VolkacioAu!!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora