𝐂𝐚𝐩𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐈: 𝐎𝐫𝐢́𝐠𝐞𝐧𝐞𝐬

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Año 830.
En una villa al suroeste fuera del muro Sina.

El crujir de las ventanas que provocaba la fuerte ventisca era acompañado con el compas de las gotas caer. La tranquila noche era visitada por aquella tormenta que podía llenar cualquier hogar de calor, armonía y unión. Qué claro, aquella choza no fue la excepción.

— Mira mamá, ¿te gusta mi dibujo? — La pequeña Niña señaló aquel trozo de papel arrugado con unos trazos y manchones en ello. Teniendo como respuesta un gesto de afirmación.

Era como aquel típico cuento de niños, la madre haciendo un delicioso estofado para el frío que amenazaba en entrar, la pequeña "Alegría" del hogar dibujando aún lado de la chimenea que le brindaba calor y ambas esperando al amado hombre de la casa.
Dos golpes fuertes y un crujido de ramas inundó los oídos de la mujer, dejó aún lado aquel trozo de tela con el que se había secado sus manos y fue abrir, una sonrisa apareció al ver quien era el que Llamaba, pero aquella no perduró por más de un segundo tras haber analizado aquella preocupante imagen

— Pero cariño, ¿que te pasó? — Su amado había regresado un tanto lastimado; una nariz rota, ojo Morado, escupiendo sangre sin parar y con poca resistencia— Kabir, por el amor de Dios, ¡responde!

—No tengo tiempo para explicarte, necesitamos irnos de aquí. En dos horas cerrarán las entradas de la Ciudad Subterránea. — Escupió débilmente y logró por fin estar de pie sin sostenerse. — Sé que no será lo mismo, no tendremos el cielo azul o el sol a todo su esplendor todas las mañanas. Pero estaremos más seguros ahí. Pero si nos quedamos nos matarán a los tres.

[...]

No había pasado ni treinta minutos cuando estaban por llegar a la entrada del muro Sina.
La pequeña dormía plácidamente en los brazos de su madre quien le conseguía un poco de calor. Pues le había sido cansado empacar sus juguetes, no siempre se le dice a una niña de cinco años a media noche que se mudará y menos de un momento a otro.
El pequeño trío había conseguido un poco de ayuda por parte de Kabir para que pudiesen moverse en aquel nuevo lugar.
Una casa con dos pequeñas habitaciones les era suficiente. No era aquella cabaña al aire libre con un gran jardín, tampoco tenía la gran cocina de la señora Lefebvre pero podían asegurar que tendría el mismo calor, el mismo amor y la misma armonía que aquel simple baúl de recuerdos.

Pero tampoco pasaban las tres Am cuando escucharon su puerta sonar. Con confianza, la señora de la casa abrió creyendo que sus nuevos vecinos le iban a dar la bienvenida, pero no.
Un hombre alto con Sombrero era quien los visitaba.

—Buenas noches, soy Mallorey, pido una disculpa si ocasiónanos mucho rui... — La disculpa de la delgada azabache fue interrumpida al ver un arma apuntarle.

— ¿Dónde está Kabir? Más vale que la respuesta no sea "No se", "No lo conozco" o "¿De qué hablas? Porque evidentemente se que eres su esposa. ¿O por qué le apuntaría a una mujer que no tiene relación con el hombre que me debe una fortuna?

— Amor, ¿Quién es? — La poca tranquilidad que había conseguido no había durado al ver aquel sujeto— Kenny... — Tartamudeó y tomo a su esposa, a pesar de que el miedo abundara todo su ser, no iba a permitir que le pusiesen un dedo encima.

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Año 845
Ciudad Subterránea
8:30 am.
Nadine Amil

Por las calles no se dejaba de escuchar la sorprendente noticia de que el distrito de Shiganshina y el muro María habían caído y que los titanes ya habían tomado gran parte de el.
Algunas reacciones fueron en burla hacia los ciudadanos, por otra parte algunos estaban furiosos porque vendrían y serían nuevos residentes de la ciudad, y por ende sobre poblarían el lugar, y la otra parte sólo tenía miedo o les daba igual. Y en esa parte yo pertenecía, ni siquiera me interesaba la existencia de la susodicha amenaza, "Los titanes". Recuerdo que mi madre me contaba de pequeña la historia de esos peligrosos seres, que en su momento, por mi corta edad, les temía. Pero cuando crecí, simplemente le perdí la duda de si en verdad existían. Por otra parte, me alegraba que llegara un grupo enorme de personas a la ciudad, nuevo y mucho más trabajo para mi.

𝐒𝐞𝐫𝐮𝐦 | 𝐋𝐞𝐯𝐢 𝐀𝐜𝐤𝐞𝐫𝐦𝐚𝐧 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora