Capítulo 13

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Narra Paola

—Despierta pequeña —escucho que susurran pero soy tan vaga que me cuesta abrir los ojos —vamos pequeña dormilona.

Siento unos labios húmedos impactar contra mi mejilla y yo pego un brinco haciendo que mi cabeza me dé una punzada. Los rayos del sol se cuelan entre las cortinas de la ventana dándome la bienvenida a un nuevo día, la verdad es que no recuerdo haberme quedado dormida, en mi mente está el vago recuerdo de estar viendo una película y sin más todo negro.

—¿Por qué hiciste eso? —me quejo limpiando su baba de mi mejilla —que asco.

—Solo era un beso de buenos días, pensé que te despertarías rápido y vaya que si fue rápido —se burla y sus labios se curvean en una sonrisa, en un muy hermosa sonrisa.

—No me da gracia —bostezo y me estiro haciendo que mi espalda cruja.

Mi nariz capta el olor de comida y casi babeo, miro hacia sus piernas y veo que una bandeja reposa sobre sus rodillas.

—¿Para mí? —él asiente y la coloca sobre las mías.

Hay un plato con wafles, galletas, unas rodajas de manzana y piña, un pequeño pudín y un vaso de zumo de naranja.

—¿Tú quieres que engorde verdad? —me rio ante la exageración de comida que trae.

—Elisa dijo que te levantas hambrienta así que traje de todo —explica y yo empiezo a comer.

—Está muy bueno —digo cuando corto un diminuto trozo de wafle y me lo meto en la boca —¿quieres probar?

-Solo si me das tú-murmura y se acerca a mí, mis ojos se posan en los suyos y me doy cuenta de que tiene tiene una sombra oscura debajo de sus hermosos ojos color miel.

¿No ha dormido? Yo estoy en su habitación y aquí no llegó anoche, ¿dónde se quedó?

—¿Dónde te quedaste anoche? —la pregunta sale de mis labios y cuando recapacitó ya él se ha alejado de mi.

—Ayer conocí a una morena y me quedé en su habitación —mis ojos casi se salen de sus órbitas.

¿Follaron?

—Sí, follamos —¿lo pensé en voz alta? Mierda.

—Ah que bueno —digo y me obligó a seguir comiendo para así poder evitar hablar y romper el incómodo silencio que se formó.

¿Folló con otra? Maldito gilipollas que no puede dejar su polla dentro de sus pantalones solo por un día, no me abrí de piernas y fue y se buscó otra. Gilipollas al fin y al cabo.

—¿Todo está bien entre nosotros?

Mastico mi comida sin apuro y le dedico una sonrisa forzada.

—Claro que sí —miento aunque lo que quiero es tirarle el zumo en ese mismo pelo donde mis dedos estuvieron enredados mientras le besaba horas antes.

Oh no, no me gusta el rumbo que está tomando mis pensamientos.

—Genial, porque hoy seré tu enfermero particular.

—¿Qué? No hace falta, estoy bien. Disfrutemos el día de hoy que es el último aquí —trato de levantarme pero tengo que morder mi labio para no soltar un chillido de dolor.

—Ves, todavía no estás muy bien, pero mañana estarás mejor.

—Como tu digas —ruedo los ojos-vamos a ver una película entonces.

Lucas se lleva la bandeja para poder devolverla y cuando regresa se quita los zapatos para acostarse a mi lado. Nuestros brazos se rozan y ese simple toque hace que me cuestione en qué estaba pensando cuando dije para ver una película.

Tenías que ser gilipollas [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora