Capítulo 14

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Narra Lucas

Un ruidoso piii me saca del gran sueño que estaba teniendo, abro los ojos y parpadeo continuamente para adaptarme a la luz que entra por la ventana. Apago la alarma del teléfono y escucho el agua correr del baño, miro mi cama y veo que Paola no está, parece que ya está mejor y se pudo levantar de la cama. El sonido de la ducha cesa y pasan unos minutos cuando la puerta del baño es abierta y aparece Paola ya vestida con la ropa que los chicos dejaron aquí para ella.

—Buenos días —me saluda dedicándome una sonrisa.

—Buenos días —le correspondo el saludo y entro en el baño ya desocupado.

Me desvisto rápidamente y entro en la ducha sintiendo como el agua caliente recorre cada pulgada de mi cuerpo. Cuando me estoy restregando dan unos toques en la puerta.

—Lucas voy a mi habitación a hacer mi maleta, cuando estés listo baja al lobby —grita Paola.

—Ahí estaré.

Una vez termino salgo con una toalla alrededor de mi cintura y rebusco entre la ropa para poder vestirme. Saco oa maleta y empiezo a meter la ropa sin tomarme la molestia de doblarla, paso mis dedos por mi pelo húmedo para poder acomodarlo cuando salgo de la habitación para dirigirme al lobby y sin tener paciencia para esperar el ascensor bajo las escaleras. Al llegar veo a todos los chicos reunidos charlando de vete tú a saber que cosa, pero por los ojos llorosos de Madi sé que se deben estar despidiendo, a pesar de solo haberlos conocido hace cinco días ella muerde su labio inferior para evitar derramar lágrimas y yo solo puedo rodar los ojos, nunca se le han dado bien las despedidas.

—Estoy esperando volver a verte en dos semanas  preciosa —le dice Stefan después de plantarle un beso en la comisura de la boca a Paola.

Pao le abraza y susurra algo en su oído que a él le hace sonreír y a mí apretar la mandíbula. Mi mente piensa en las mil formas de castigarla, unos azotes en los cachetes del culo o no dejarla venirse me parecen buena idea.

—Relájate —murmura Samantha a mi lado y yo desvío la mirada hacia la rubia.

—Estoy relajado —aparento calma cuando por dentro voy a explotar.

—Tu cara no dice lo mismo —me señala con el dedo y yo solo puedo pensar en lo entrometida que es, ¿no puede simplemente hacer como si no existiera?

La verdad es que Samantha no tiene culpa de lo mal que me cae su hermano, después de todo no tiene sentido que la odie así que le doy una sonrisa más falsa que sus tetas.

Cuando todos nos hemos despedidos e intercambiados los números salimos del hotel y nos dirigimos a donde nos espera la misma camioneta blanca de siempre.

(...)

Algunas horas después ya estamos sentados en el avión volando por los aires, pero esta vez voy al lado de una Paola que mira entretenida por la ventanilla mientras mueve la cabeza al ritmo de la canción que suena por sus audífonos.

Sin poder evitarlo toco su hombro y ella se quita los audífonos y alza las cejas como diciendo, ¿qué quieres?

—Estos cinco días se me pasaron súper rápidos, ¿a ti no? —le pregunto pero ella solo asiente —¿te acuerdas de la última vez que estuviste en un avión?

—Claro, quién te escuche pensará que fue hace un año y no hace cinco días —responde con fastidio.

—¿Y recuerdas lo qué pasó en el minúsculo cubículo? —vuelvo a preguntar sin hacerle caso a su mal humor, ya tengo algo en mente con lo que liberará estrés.

Tenías que ser gilipollas [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora