Capítulo 6

24 16 3
                                    

Narra Lucas

Maldita pelirroja, ¿pero cómo se atreve a dejarme así? Pues sin duda mi mano va a tener que hacer su trabajo. Abro el botón de mi vaquero y me los bajo hasta la rodilla junto con el boxer, pongo una mano sobre mi pene y empiezo a bombear, arriba y abajo, arriba y abajo. Cierro los ojos con fuerzas imaginándome que es la pelirroja quién lo está haciendo, pienso en sus ojos marrones mirándome con deseo, pienso en su boca alrededor de mi polla, en sus labios besando los míos con pasión, en esa sonrisa angelical que tanto me pone, en como mueve sus caderas cuando camina. La imagino debajo de mi gritando mientras la penetro fuertemente, en mis manos acariciando sus tetas, en mi boca mordiendo sus sonrosados pezones.

—Joder —suelto un ronco jadeo al ver el líquido correr por mi mano.

Rápidamente cojo una servilleta para limpiarme y vuelvo a subirme el boxer y el vaquero. Salgo del cubículo y paso por al lado de una dormida Paola, me siento en mi asiento y me doy cuenta de que Madison ya no está dormida como la dejé antes de ir detrás de Paola, sino que ahora está leyendo un libro.

—¿Cuándo te despertaste? —le pregunto y ella aparta su mirada del libro para pasarla en mí.

—Hace unos diez minutos, ¿tú dónde estabas?

—Solo fui al baño —le digo encogiéndome de hombros —voy a dormir que estoy un poco cansado y hoy me hiciste madrugar.

—Vale —contesta y vuelve a poner su vista en el libro —no soy estúpida —escucho que murmura y quiero preguntarle qué de que habla pero mis párpados pesan mucho y caigo rendido.

Narra Paola

—Hemos llegado a París, por favor abróchense los cinturones que vamos a aterrizar.

Una vez se escucha por todo el avión haciendo que me despierte y salga del gran sueño que estaba teniendo, abrocho mi cinturón y en diez minutos el avión se llena de aplausos hacia el piloto por hacer su trabajo y no matarnos en el viaje.

Cuando bajamos del avión cada uno va en busca de su maleta.

—Joder que estamos en París y todavía no me lo creo —me dice Simón cuando ya tiene su mochila al hombro.

—Pues créetelo hombre porque aquí estamos.

Cuando ya todos tenemos el equipaje emprendemos camino hacia la salida donde nos espera un camioneta blanca, cuando subimos saludamos al chofer.

Media hora después estamos frente a un hotel impresionante, si así se ve por fuera no quiero ver como es por dentro. Dos botones vienen hacia nosotros y cargan nuestras maletas.

—Wooo esto es impresionante —dice Harry con la boca abierta de par en par.

—Cierra la boca que te van a entrar moscas —contesta Lucas haciendo que Harry la cierre de un tirón.

Al entrar todos nos quedamos impresionados, si por fuera es maravilloso por dentro es magnífico. Caminamos hacia donde está una mujer que no pasa de los cuarenta años detrás de un mostrador y todos la saludamos con el típico Bonjour, ella me explica que las reservaciones ya están hechas y que las habitaciones están repartidas, Eli, Madison y yo en una, los gemelos en otra y Lucas y Simón en otra.

Nos dirigimos cada uno con la tarjeta que abre la habitación hacia el ascensor, al este detenerse en el tercer piso todos salimos y nos encaminamos a buscar cada habitación.

La de nosotras es el número 308, la de los gemelos la 312 y la de Lucas y Simón la 310.

—Nos vemos en el lobby en cinco minutos para darle un vistazo al hotel —dice Madison.

—Yo no puedo ahora, pero vayan ustedes —digo.

—Ahora que le acuerdo yo tampoco puedo —Hugo me da una sonrisa coqueta.

—¿Y tú por qué no puedes? —le pregunta Lucas dándose cuenta de las sonrisitas que me lanza.

—Déjalo en paz Lucas, si él dice que tiene cosas que hacer es porque las tiene —contesta Madison fulminándolo con la mirada.

Nosotras somos las primeras en entrar a la habitación y nos quedamos sin palabras al ver lo alucinante que es.

—Esto es precioso —dice Eli maravillada con tanto lujo.

—Lo es —responde escuetamente Madison —bueno vamos Elisa que los chicos seguro nos están esperando.

—Adiós Pao —se despide Eli y sale de la habitación.

Al ellas irse me quedo un rato tirada en los cama y en mis pensamientos aparece un moreno con el abdomen bien marcado pero lo echo a patadas y me obligó a no pensar en él. Suelto un cansado suspiro levantándome de la cómoda cama al recordar que tengo que llamar a mi padre, saco del bolso de mi teléfono y me doy cuenta de que la batería se ha agotado, maldita sea. Abro la maleta y empiezo a buscar el cargador, busco y no lo encuentro ¿en serio no lo he traído?

Salgo de la habitación y me dirigo a la de Hugo, toco la puerta y no le responden, toco de nuevo y nadie sale.

—Seguro se fue con ellos —pienso en voz alta.

Doy media vuelta para irme pero la puerta se abre, me giro y veo a un Hugo con el pelo húmedo y en toalla.

—Hola, lamento haber interrumpido tu baño, ¿pero podrías prestarme un cargador? —le pregunto tratando de no desviar la vista hacia su trabajado abdomen.

—Claro, pasa —abre un poco más la puerta para dejarme pasar.

Cuando entro la cierro detrás de mí y me fijo en que la habitación de nosotras es igual solo que esta tiene solamente dos camas.

—Aquí está —me enseña el cargador, extiendo mi mano para tomarlo pero él la retira.

—¿Qué pasa? —pregunto cruzándome de brazos, pero al ver que desvía su mirada a mis pechos rápidamente los bajo.

—Todo en esta vida tiene un precio ¿no crees?

—¿Y cuál sería ese precio? —murmuro mientras me acerco a él.

—Un beso estaría bien.

—¿Uno nada más? —le sigo el juego, la verdad es que está para comérselo completico.

—Los que quieras entonces.

Acorta nuestra distancia y empieza a besarme, me lanza contra la caña y cae encima de mí, besa lento y pausado, nada que ver con Lucas, ¿pero por qué ando pensando en Lucas cuando estoy besando a Hugo? No habérmelo follado me está causando demasiado daño. Salgo de mis pensamientos cuando comienza a besarme el cuello, me quita la camisa y me quedo en sujetador, toquetea hasta dar con el broche y lo desliza por mis brazos. Una vez estoy desnuda de cintura para arriba utiliza su lengua para calentarme todavía más, agarra mi seno con una mano y lo masajes mientras que con su boca muerde y chupa mis pezones. Sin poder evitarlo la habitación se inunda con gemidos incontrolables que salen de mí.

—Eres hermosa, no veo la hora de estar dentro de ti —susurra una y otra vez.

Su otra mano se cuela por debajo de mi falda y hace a un lado mis bragas, siento como abre mis pliegues y uno de sus dedos roza mi sensible clítoris haciéndome estremecer. Reúno todo mi autocontrol y le aparto de mí, quito la toalla que tenía amarrada a su cintura mostrando su pene, mi Dios bendice a estos 20cm, mi mano coge vida propia y se lanza a por su polla.

—Así nena así... —murmura con los ojos cerrados mientras lo masturbo.

—Copia barata se me ha quedado el...ohh siento interrumpir —me aparto de Hugo y me tapo como puedo al ver a Harry y a Lucas parados en la puerta.

—Joder lo siento, lo siento —me disculpo poniéndome de nuevo el sujetador y la camiseta, pero me doy cuenta de que les enseñé las tetas.

Qué más da, ¿ellos ya han visto tetas alguna vez en su vida no?

—Gracias por el cargador —le agradezco a Hugo cuando ya estoy de pie para irme.

—No hay de qué guapa —dice mientras se amarra de nuevo la toalla y me guiña un ojo.

Lucas y Harry me permiten salir y me escabulló tan rápido como llegué. ¿Qué rayos estaba haciendo?

Tenías que ser gilipollas [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora