1. Cigarros

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Un chico rubio caminaba en su camerino sin parar, buscaba la manera en la que podía olvidar la inquietud que siempre sentía antes de un concierto.

-Señor Mike, es su turno- le dijo su agente entrando de manera brusca.

Él solo asintió y tomó un sorbo de agua antes de salir.

[...]

Tras un gran gira, después de mucho tiempo regresaba a su inmensa y solitaria casa; en la puerta lo recibió su mayordomo y su perro Willy a quien cargó en brazos

-Eh... Willy- dijo mientras sentía que su cachorro lamía su cara -tambien te extrañé, pequeño.

Su rutina a partir de ese momento se volvía normal, se bañaba, comía, acostaba a su pequeño perro y se iba a tirar a su cama a mirar series cursis.

-Me encantaría algo así- se dijo abrazando a su almohada -pero es tan difícil saber quién tiene mala intención y quien no.

Abrazados a su almohada pensaba que tan solo tenía 22 años, su adolescencia fue común hasta que a sus 17 años alguien descubrió su talento y lo lanzó al estrellato, soltó un frustrado suspiro y se rindió una noche más ante la idea de consumir su tristeza en un cigarro, con su cajetilla en mano y el encendedor fue a pararse en su balcón para evitar llenar su habitación de humo.

-Debo dejar esta maña de fumar cada vez que me siento solo- tras decir eso aspiró un poco de su cigarro.

Aquella noche de luna llena fumó hasta que si cajetilla se acabó, era temprano y pensando que esto podría salir fatal vistió algo simple, una sudadera, un short y unas zapatillas, la idea de salir a escondidas de sus guardias le resultaba emocionante, sentía la adrenalina acelerar su pulso.

[...]

Un rato después llegó a la ciudad, caminaba con la capucha puesta y la mirada baja para evitar ser reconocido, aunque sentía que era el centro de atención por su extraña actitud. Caminó hasta encontrar un bar, este estaba vacío cosa que le pareció un golpe de suerte al rubio.

-Ho..hola- le dijo titubeando -dame...una cajetilla de cigarros.

El joven que tenía frente a él no parecía tan mayor, hasta incluso podría apostar que tenía su edad.

-Chaval, no te puedo vender cigarros- le dijo con un tono serio pese a tener una mirada calmada y cálida -solo te los puedo vender si eres mayor de edad.

Miguel frunció el ceño ¿Lo había confundido con un chaval? Si, tenía un aspecto juvenil y su delicada voz no ayudaba en nada pero pese a eso tenía 22 años.

-Eh, no soy un chaval- le dijo quitándose la capucha, sus ojos se abrieron de par en par cuando reaccionó, acababa de arruinar todo, sus nervios aumentaron por la mirada fija del joven azabache que tenía en frente -por favor no le digas a nadie que estoy aquí... Te..te daré un autógrafo o una foto pero no le digas a nadie- le suplicó sintiendo miedo de lo que podría pasar después.

El joven lo miró extrañado y le regaló una leve sonrisa.

-Tranquilo chico, no tengo idea de por qué debería pedirte una foto o un autógrafo- Mike escuchó que adoptó un tono suave, quizás para calmar sus nervios -te invito un vaso de agua antes de que te vayas para que no estés nervioso.

El rubio se sintió aliviado y antes de que alguien lo viera se cubrió de nuevo, cuando el joven que lo atendió regresó con el vaso de agua sintió la necesidad de hacer una pregunta tonta.

-A caso no sabes quién soy- le preguntó cuando tomó el vaso de la barra.

-No y no me importa- le respondió con una sonrisa -¿Debería saberlo?.

Esas palabras iluminaron el rostro de Miguel, después de terminar el agua pagó su cajetilla y salió del lugar con una extraña calidez en el pecho.


Estrella [Mikellino]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora