Beso

899 171 75
                                    

Pov Kirishima

Cuando el baile termino, o al menos cuando yo me fui a mi habitación, me había quedado viendo el techo de está.

Antes de venir acá había acompañado al príncipe a su habitación.
Yo aún seguía en mi ropa del baile, por lo que aun me tenía que cambiar; pero es que, todo había sido tan... hermoso.

Nuestros cuerpos juntos, nuestras respiraciones combinándose.

Incluso había sentido su olor.

Era algo así a fresas, era muy dulce.

Apenas me iba a levantar para cambiarme, cuando alguien toco a la puerta.

Al abrirla, me encontré con el príncipe.

¿Qué acaso no se suponía que lo había dejado en su habitación?

- Príncipe, ¿otra vez aquí? - cuestione recordando la noche anterior, mientras me apartaba, pues era obvio que iba a pasar.

- Solo... vengo a platicar, ¿algún problema? - cuestiono sentándose en mi cama.

- No, no, ninguno; al contrario, me honra con su presencia- respondí casi de inmediato quedándome de pie.

- ¿Estas nervioso? - cuestiono bajando un poco la vista.

A decir verdad, sí.

El simple hecho de tenerlo al frente me ponía nervioso, su belleza me embobaba y tenía miedo de hacer una estupidez.

- ¿De qué? - cuestione intentando simular.

- De la boda- respondió viéndome de reojo.

En ese momento inhale y exhale.

Esto sería serio.

No me puedo poner nervioso.

- ¿Acaso no quiere casarse? - cuestione.

No quería sonar molesto, y, a decir verdad, no lo estaba.

Entendía si él no se quería casar, yo solo quiera su felicidad, así que su decisión me parecería la mejor a mí.

- No, no es eso- respondió de inmediato.

Parecía pensar las cosas.

- Solo que... creo que esperas mucho de mí, mi madre siempre me ha dicho que no parezco un omega en respecto a mi personalidad, que debería cambiar, y esa... clase de cosas- respondió apartando su mirada en la última frase.

- Pues, a mí me agrada, quiero decir, es cierto que no es como el resto de omegas en ese aspecto, pero eso es lo que lo hace único. Como si fuera un gran diamante entre un montón de plata- respondí acercándome un poco.

Para mí, él era lo mejor.

Era tan diferente y único.

- Hay algunos alfas que... engañan a sus omegas cuando se han cansado de ellos o nos les gustan- comento en un susurro.

Quizás... él tenía miedo de no ser lo mejor.

Pero para mí sí lo era

- A mí me encantaría darle una vida llena de respuestas, nada de preguntas.

Iba acabando con la distancia con forme daba cada paso.

Cuando llegué a él, me puse a su altura, hincándome frente a él.

- A mí me gusta tal cual es, y si me permite decirlo, me encantaría tenerlo junto a mí por el resto de la eternidad.

Él solo rio a lo bajo.

Parecía aliviado.

Me tomo de la camisa, y me acerco a sus labios.

Esto para después ser unidos.

Sus labios eran cálidos y dulces.

Aquel era un beso algo inexperto, ninguno tenía experiencia en este territorio, aquí era obvio.

Pero había amado este beso.

- Gracias- susurro él con aquello ojos rubí que tanto me había cautivado desde el inicio.

Al parecer, el cortejo ya había terminado.

La boda seria quizás en algunas semanas.

Pero yo seguiría intentando enamorar a este omega todos los días.

Intentaría seguir enamorando a mi omega.

CortejoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora