4 - Harry Potter

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Disclaimer: Inspirado en el universo de Harry Potter; cualquier cosa mínimamente reconocible pertenece a dicha franquicia.


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Igor rodaba los ojos, con las gachas de avena a medio acabar, sintiéndose más irritado a cada momento que pasaba, los oídos retumbándole por el molesto amalgama de voces que inundaban al Gran Comedor. El problema era que se había sentado de espaldas a la pared; lo cual le daba una vista "privilegiada" de las demás mesas; ahora bien, en la mesa Slytherin solo se oían sórdidas burlas leves dirigidas a enemigos insignificantes; la mesa Ravenclaw, sus vecinos más cercanos, estaban tan sumidos en sus libros que se les olvidaba hablar, a menos que alguno se enfrascara en un soporífero debate sobre paradojas mágicas, lo cual en ese momento no era el caso; los Hufflepuff soltaban risitas risueñas, pero sus voces eran tan suaves que pasaban desapercibidas por el barullo de su principal problema: la mesa Gryffindor. Los Leones, pese a ser la mesa más apartada de la suya, eran tan ruidosos como una caravana ambulante. Tenía, por añadidura, la vista de Exi Stern en todo su campo periférico.

Igor había optado por hacer el sacrificio de levantarse temprano un sábado, con tal de ahorrarse todo el murmullo matutino que apenas soportaba entre semana. Casi nadie bajaba a desayunar temprano los sábados, por lo que el ruido (pensó) amainaría considerablemente. Sin embargo, no contaba olvidar que aquel preciso sábado había juego de Quidditch; un tonto partido Gryffindor vs Hufflepuff que marcaba el inicio de la temporada. Debió haberlo visto venir, ya que su hermana había insistido en recordárselo toda la semana; pero bien sea porque no le interesaba el deporte en absoluto, o porque su casa no estaba involucrada, realmente su cerebro no tenía necesidad de recordar tal evento. Así que sus planes fueron arruinados por su apatía, al igual que su desayuno.

Mientras tanto, en su vaso lleno de zumo de calabaza, el hielo se estaba derritiendo. Si había tenido la mala suerte de sentarse de espaldas a la pared, Exi Stern había tenido la misma idea inconsciente, y además en su misma dirección, de modo que ahora Igor desayunaba mirando de frente al Cazador más presumido que poseía la casa Gryffindor, rodeado de su habitual grupo de admiradores que se aglomeraban en torno a él siempre que un juego se aproximaba. Podía simplemente cambiar de asiento, pero eso sería dejarlo ganar en una infantil manera; de admitir que su existencia podría afectarlo de alguna mínima forma; y aunque se moviese, el ruido de su animada conversación llegada a todas las esquinas del Gran Comedor. La mesa de los Leones era ruidosa de por sí, pero parecía que les habían hecho un encantamiento "¡Sonorus!" al grupito de Stern, quienes no dejaban de reírse en voz muy, pero muy alta.

Para cuando su avena ya estaba fría, tenía la cabeza entumecida de dolor por la naciente jaqueca que el ambiente le provocaba. Incluso cuando no era temporada de Quidditch, Stern ansiaba hacerse notar, casi desesperadamente. En realidad nunca lo había visto deambulando solo; siempre iba acompañado de al menos un amigo Gryffindor, un admirador Hufflepuf, o su hermana, la única Ravenclaw que se le acercaba sin mirarlo como a una especie de deidad inalcanzable, según Igor, al menos, porque sabía que las chicas Ravenclaws estaban coladas por los idiotas; y no había idiota más irreparable que Exi Stern. Siempre tratando de llamar la atención, siempre tratando de hacer reír, ayudar o de parecer genial; no entendía porque era tan popular. Y no eran celos por su parte, como Iggy inequívocamente sugirió una vez, (¡Que ridiculez!) pues el mismo Igor tenía cierta fama en su propia casa; inclusive algunas Tejones que lo habían invitado a salir, motivados por su hermana. No era eso; sino que sencillamente no entendía como todos estaban tan cautivados por Exi Stern cuando Igor lo veía y no veía más que defectos.

Empero, seguir reflexionando acabaría por ser contraproducente para su malestar, así que apartó su plato con cierta brusquedad y se dispuso a largarse de ahí antes que llegara más gente y el ruido se volviese insoportable. Por acto reflejo, volteo por última vez a la mesa Gryffindor, para encontrarse con que Stern lo estaba mirando fijamente.

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