Advertencia: Capítulo +18. Ligero smut casi al final y referencias sexuales debido a la temática.
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Esa mañana es un borrón. La alarma, en un vil acto de traición, decide no sonar. Despierta con la luz del mundo exterior filtrándose por la cortina, fulminando sus parpados que terminan abriéndose indecisos y por puro milagro. De repente, el techo blanco; sus ojos vuelven a la cortina, como intentando descubrir que había de raro en esa situación que se sentía tan antinatural. Su cerebro continúa gorjeando en la quinta etapa del sueño y le decreta cerrar los ojos. Cumple la orden. Pero la luz todavía traspasa la ventana y Exi piensa que tal vez debería averiguar porque el Sol había salido de madrugada.
"¿Y si no es de madrugada?" Susurra su razonamiento, en un lúgubre tono de advertencia.
Y la resolución cae, muy dolorosa, encima de su cabeza. La sangre comienza a bombear inquieta en sus venas, despertando sus músculos agarrotados por un sueño que se extendió demasiado. Se incorpora en su cama tan rápido que ocasiona un desagradable mareo, obligándose a salir del estupor mañanero. Busca su celular y toca la pantalla; equivocándose dos veces al poner la contraseña. Cuando por fin lo logra se da cuenta de que podría haber visto la hora sin necesidad de desbloquearlo. No le da tiempo de regañarse; tiene 15 minutos para entrar a Laboratorio; cuya falta constituiría en la suspensión de la clase y la prelación de una materia en su plan de estudios del próximo semestre.
Así que corre al baño, despojándose de su pijama en el camino y tropezando con sus propios pies. Olfatea las partes esenciales, decidiendo que la ducha era un lujo que tendría que omitir. Arroja una cantidad generosa de crema dental directamente en su boca junto con un vaso de agua; mastica, gargajea, escupe. Moja su cara y su cabello, tratando de aplacarlo hacia atrás para disimular los mechones que volaban en todas direcciones. Se baña en desodorante en aerosol y se seca superficialmente con la toalla. De vuelta en su habitación se encaja cómo puede un pescador desteñido, una camiseta y, recordando remotamente que estaban en un otoño particularmente frío, una sudadera. No tuvo tiempo de buscar zapatos, por lo que debió conformarse con calzar unas crocs dos tallas más grandes de las que en realidad necesitaba. Agarro su mochila, confiando que al menos hubiera un lápiz allí, guardando su teléfono y llaves en el bolsillo delantero. Salió y cerró la puerta del dormitorio con el vago presentimiento de que estaba olvidando algo más, pero se dijo que prefería eso a llegar tarde, al menos ese día.
Eso pensó.
Se trasladó por el campus a velocidad de galope, ganándose unas miradas curiosas que no atendió, demasiado concentrado en mantener el ritmo. Llego al edificio correspondiente, con las piernas temblando, y sin comprobar la hora entro al salón. Estaba casi lleno, pero el profesor no había llegado. Suspiro de alivio, dedicándole una sonrisa temblorosa a sus compañeros que le preguntaban qué le sucedía, sin poder responder. Cuando se sentó, se concentró en recuperar el aliento cuanto antes, sintiendo como palpitaba y ardía el lugar donde sus pulmones deberían estar. Alguien le ofreció una botella de agua y Exi la acepto sin saber de quien se trataba.
El profesor ingresó al aula y todos saludaron discordantes, aunque corteses. Lo primero que hizo fue pasar la hoja de asistencia. Exi apenas comenzó a sentirse un poco mejor solo después de firmar su nombre. Cuando el Profesor inicio la clase, pudo enfocar la mirada, los bordes de sus ojos aclarándose. Agrupo sus emociones en una laguna sobre su cabeza y las mantuvo ahí.
Sus sentidos fueron recobrándose paulatinamente a medida que ajustaba su ritmo cardiaco con su aliento. Sus oídos se agudizaron con la destreza habitual, permitiéndole oír con claridad el rustico rasgueo de los lápices contra las hojas, los libros siendo cambiados de página y el tamborileo nervioso de los dedos contra la madera. Exi inhalo profundo para evitar abrumarse con la cantidad de súbitos estímulos, pero eso fue más bien contraproducente; su nariz registró el olor de la veintena de estudiantes que albergaba el salón, unos cuantos del pasillo y superficialmente a los que en ese momento estaban en el edificio, siendo algunos más reactivos que otros. Tragó saliva, recobrado casi por completo. No obstante, a pesar de haber recuperado el control de su respiración, sus latidos seguían enloquecidos allá dentro de su pecho, irradiando una especie de energía frenética que le retumbaba las articulaciones. Se removió incomodo en su silla, abriendo un cerrando sus manos como pinzas de cangrejo.
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Alternative
RandomMundos distintos, vidas distintas. En todas ellas se encuentran, pero no en todas son felices. (Serie de AUs)