Natsukashii (Jeankasa Storie)

Destinos remotos.

Poco después de la marcha del Comité de las Naciones Aliadas por la paz, el otoño empezó a teñir los bosques de alrededor de Shiganshina de dorado y naranja. A Mikasa el otoño le producía cierta nostalgia porqué le recordaba que nada era permanente, como bien había comprobado a lo largo de su vida. Además, los días se volvían más cortos, y eso hacia que muchos días no pudiera subir a ver el atardecer des de la colina. Des de hacia ya más de un año compensaba ese tiempo libre ayudando a los niños huérfanos de la granja. Lo cierto es que debía agradecerle a Historia esa propuesta que conseguía sacarla del encierro al que se había sometido des de la muerte de Eren.

No es que allí pudiera hacer grandes tareas. Muchas de las veces se limitaba a enseñar a los niños a tirar al arco, o intervenía como árbitro en sus juegos. A veces leía con ellos algún cuento. Pero ellos la esperaban con ilusión, y conseguían que por un rato sintiera que al menos en algún lugar alguien la estaba esperando.

Tampoco había dejado de entrenar. Pese a que ya no ejerciera como soldado sabía que el cuerpo a cuerpo era su especialidad, y se sentía bien haciendo viejos ejercicios. Otras veces salía a montar a caballo, por el simple placer de sentir el viento contra su rostro al galopar. Todo eso le evocaba recuerdos de sus años como recluta, en los que pese a estar muy alejados de la vida plácida de cualquier adolescente, ella había sentido que estaba en el lugar correcto, y con quien quería estar.

La primera carta de Armin llegó dos semanas después de que sus amigos partieran hacia el continente. Le contaba sobre la primera reunión del Comité de las Naciones Aliadas y como se había recibido la noticia de su expedición a Paradise. Jean y Connie habían acompañado a Onyankopon a su país de origen, para conocer más sobre su cultura y tradiciones. Hablaba también del Capitán Levi, y de que trataría de convencerle para que les acompañara en una próxima visita a la isla. Armin no le podía asegurar cuanto tiempo tardarían en regresar, pero le prometió que en cuanto lo supiera se lo haría saber de inmediato.

Mikasa se alegraba de que sus amigos estuvieran viendo por fin el mundo más allá del mar, o al menos lo que había quedado de él.

No pudo evitar pensar en Jean y en sus palabras cuando leyó su nombre en la carta de Armin. No es que hubiera cambiado lo que sentía, pero la confesión de aquella última noche hacia inevitable que pensara en sus palabras más a menudo de lo que hubiera esperado.

El Comité de las Naciones Aliadas recibió con recelo la propuesta de diálogo de Paradise. Jean pensó que era normal que esa fuera la primera reacción, solo debían echar un vistazo a su alrededor para ver las consecuencia que había tenido el retumbar. Pero como siempre, Armin consiguió convencer al Comité de que debían aferrarse a cualquier vía de negociación. La actitud de la reina Historia era favorable a encontrar puntos de unión con el resto de naciones, y eso jugaba a su favor.

Después de las primeras reuniones para comunicar los avances de la visita a Paradise los integrantes de la expedición se dispersaron. Pieck, Reiner y Annie regresaron a ver a sus familias; Armin, Connie y él les acompañaron para aprovechar la ocasión y poner al día al Capitan Levi.

Fue allí cuando Onyankopon les propuso a los tres chicos acompañarle hasta su tierra de origen. Armin alegó que era mejor que el no emprendiera el viaje junto a sus amigos, debía seguir buscando alianzas entre los representantes de las distintas naciones, no había tiempo que perder. Jean sabía, que además de sentir una enorme responsabilidad por la tarea que Eren le había encomendado antes de morir, Armin tenia más motivos para no querer emprender aquel viaje. Y el principal de esos motivos era rubia, tenia los ojos azules y era capaz de derribar con una llave a tipos que triplicaban su talla. Jean se sonrió para si mismo, pero prefirió no incomodar a su amigo haciendo alusiones a aquello.