Imprevistos

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Mikasa daba vueltas en la cama sin poder conciliar el sueño. Si de algo estaba convencida en la vida era de que amaba a Eren. Siempre lo había querido, des de que se conocieron. Y le querría siempre, aun que ya no estuviera allí. Pero los últimos meses algo había cambiado en ella. Empezó cuando sus amigos regresaron a la Isla por primera vez. Al principio había sido casi imperceptible, Mikasa pensó que no era más que la alegría propia del reencuentro con la gente con la que había compartido tantas cosas a lo largo de los años. Luego empezó a darse cuenta de que prestaba más atención de lo habitual a sus gestos y reacciones, pero siguió sin darle más importancia. La confesión de Jean aquella noche de hacía meses no había hecho más que confirmarle lo que ya sospechaba des de hacía años, pero oírlo directamente y de aquella forma tan clara y sincera, la verdad es que la conmovió un poco. Después de aquello Mikasa se sintió mal por Jean, no podía corresponder lo que él sentía por ella, aun cuando Eren ya no estaba. Su amor por Eren había sido tan grande que dudaba que nunca pudiera dejar sitio a otra persona en su corazón. En el tiempo que pasó hasta la siguiente visita de sus amigos, Mikasa había pensado mucho en aquello.

Luego Connie y Jean regresaron a Paradise y ella pensó que quizás sería una buena ocasión para hablar con él y aclarar las cosas. Pero la enfermedad que les dejó convalecientes lo cambió todo. Durante aquellos días en que sus amigos estuvieron enfermos ella se volcó en sus cuidados. Esa era su forma de ser, se dijo, era protectora con la gente a la que quería. Pero los días en que estuvo cuidando de Jean, inconsciente y febril, le causaron una profunda impresión. Algunas veces, Mikasa se descubría a si misma contemplando su rostro sereno mientras dormía, y cuando se daba cuenta sentía una punzada de culpabilidad que no lograba entender.

Cuando Jean y Connie por fin se recuperaron se sintió aliviada, pero cuando pensaba que las cosas volverían a su cauce habitual sucedió el atentado contra Armin, y Mikasa se desmoronó. No podía concebir perder a su amigo, no quería revivir otra vez el dolor que la partió por la mitad después de la muerte de Eren, y no entendía esos nuevos sentimientos que empezaban a aflorar discretamente cuando estaba cerca de Jean. Mikasa estaba confundida y asustada, y aquel beso fue una forma de refugiarse en un lugar seguro. Un beso que mezclaba tristeza, confusión y agradecimiento. Agradecimiento porqué Jean siempre había estado ahí, en silencio, cubriéndole las espaldas. Había convertido lo que sentía por ella en una forma de camaradería incondicional. Cuando aquella noche le besó no pensó en nada, solo le nació de dentro. Pero al día siguiente se sintió mal, porqué aun que había empezado a sentir algo distinto por Jean, no podría quererle como él merecía, y aquel besos solo les habría confundido más a los dos. Por eso se disculpó con él.

Sabía todo eso; sabía que seguía queriendo a Eren y que nunca le podría olvidar, y sabía que Jean merecía a alguien que correspondiera sus sentimientos totalmente. Pero aun así no podía evitar sentir una sensación desconcertante cuando pasaba tiempo con el chico. Una sensación que la envolvía como un manto suave y cálido, y la calmaba.

Y dándole vueltas a aquello Mikasa se quedó dormida de madrugada y solo despertó al oír unos suaves golpes en la puerta de la habitación. Abrió los ojos desconcertada y por la luz que se colaba por la ventana se dio cuenta de que debía ser tarde. Se puso un chal y entreabrió la puerta.

Estábamos preocupados por si te había pasado algo - dijo Annie mirándola con sus ojos azules - No es propio de ti quedarte con las sábanas pegadas.

Mikasa terminó de abrir la puerta para dejar pasar a la chica.

Me costó quedarme dormida y no me he dado cuenta de lo tarde que era - respondió ella cogiendo su ropa para vestirse en el baño. Annie miró a través de la ventana de la habitación.

Pieck insiste en que repasemos todos los detalles de la boda por última vez - dijo alzando la voz para que Mikasa la oyera des del baño - No entiendo que necesidad hay, pero Pieck puede ser muy insistente, así que no me va a quedar más remedio que hacerle caso. ¿Quieres acompañarnos?

Natsukashii  (Jeankasa Storie)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora