Criaturas extraordinarias

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Mikasa llegó a la granja de los Braus a primera hora, cuando todos empezaban a desayunar. Los niños soltaron una exclamación al verla entrar por la puerta cargada con una caja y corrieron a ver de qué se trataba.

Es un regalo de la Reina – dijo ella divertida por la actitud curiosa de los niños – Me ha mandado traerlos para cuando llegue el invierno.

La caja estaba llena de libros con bonitas ilustraciones. Mikasa sabía que cuando llegara el invierno muchos días los niños no podrían salir al exterior y deberían buscar una forma de entretenerse, por eso le había pedido a Historia que le consiguiese algunos libros de la capital.

¡Mikasa! – dijo una de las niñas que miraba la caja con los ojos como platos - Peter dijo el otro día que tu eras la chica más fuerte que había conocido nunca.

El aludido Peter, un niño de unos 11 años, se puso rojo como un tomate y le tiro a la niña de la trenza.

¡Auch! Pero si no he dicho nada malo... - se defendió ella dándole un empujón.

Gracias Peter, pero supongo que ser fuerte no es tan importante ... - dijo Mikasa con cierto reparo. Siempre le había incomodado que hablaran de ella, pero qué iba a hacer, eran niños.

La señora Braus entró en la sala en ese momento y les pidió a los chicos que empezaran a preparar la mesa para el desayuno.

Mikasa – dijo la mujer – Que alegría verte querida. Te pondremos un plato para que desayunes con nosotros – sonrió la mujer amablemente.

Mikasa inclinó levemente la cabeza en señal de agradecimiento. La mujer le recordaba tanto a Sasha que cada vez que la veía se le encogía un poco el corazón. La siguió a la cocina para ayudar en lo que pudiera.

¿Sabes algo de tus amigos, querida? – le preguntó la mujer mientras tomaba algunos platos de un estante.

Armin me escribió hace unas semanas – respondió Mikasa ayudándola – Parece que llegaron bien al continente. Connie y Jean han ido a visitar algunos países del sur.

Seguro que la señora Springer se alegrará de saber eso – sonrió la mujer – Son buenos chicos tus amigos, espero que pronto volvamos a tenerlos por aquí.

Mikasa asintió con cierta nostalgia. La visita de sus compañeros le había dejado un sabor a la vez dulce y amargo. Habían disfrutado del tiempo que habían pasado juntos, incluso en algún momento se había sentido como en los viejos tiempos. Pero su marcha le hacía más notoria su propia soledad.

La familia Kirstein también estuvo aquí poco después de que ellos se fueran. La madre del muchacho... - la mujer intento encontrar el nombre en su memoria.

Jean – dijo Mikasa en su tono suave.

Si, su madre estaba bastante apenada por su marcha... - dijo ella siguiendo con la tarea – Creo que ella esperaba que no volviera a marcharse... Todas las madres queremos tener a nuestros hijos cerca, supongo. Aun que se hagan mayores – sonrió a Mikasa pero en su mirada había un brillo de tristeza que pronto desapareció cuando los niños reclamaron su atención.

Mikasa se quedó pensando por un segundo y le vino a la mente el reencuentro que había tenido lugar hace más de un mes, cuando las madres de Jean y Connie acudieron a verles. Últimamente pensaba mucho en su madre...

¡Mikasa! ¿Podremos jugar a tirar piedras al lago? – le dijo Flaver mientras le tiraba de la falda para llamar su atención.

Claro... - ella se agachó un poco para estar a su altura y le dio una palmada suave en la cabeza – Pero con cuidado.

Natsukashii  (Jeankasa Storie)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora