capítulo 10

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Naomi komoe, es una chica normal.
Tiene una madre y un padre, aunque nunca conoció a este último, y durante gran parte de su infancia creyó que una Cigüela había viajado desde algún lugar lejano y la había metido dentro del vientre de su madre, solo después de unos pocos años y aprender como funcionaba el maravillosos  proceso de procrear a un humano ella entendió su error, aunque incluso después de eso ella seguía prefiriendo la idea de la cigüeña, pues si ella, era mejor que saber que tu padre te abandono a ti y tu madre.

Ella no lo odiaba, o siente algún tipo de rencor hacia él, por haberlas abandonado, no sabía que motivos lo guiaron a eso, y tampoco le interesaba saberlo a estas alturas de su vida.

En algún momento se preguntó qué haría si el volviera a su vida, y llego a la conclusión  de que dependiendo de sus motivos, podría terminar con un  golpe de ella en la cara de él, o por el contrario con un golpe en la cara de él, y luego un abrazo.

Miro hacia la puerta de su habitación, o mejor conocida  como cuarto de hospital.

Sabía que nadie entraría, por la hora, y por qué en realidad había un horario muy especificó en el cual alguien pasaría a través de ese pedazo de madera.

Generalmente seria para llevarla a hacerse chequeos, o exámenes, o por algún otro motivo.

Las cortinas de su habitación se balancearon suavemente, y una corriente de aire helado entro.
Naomi se acurrucó con sus brazos.

La noche estaba un poco más fría de lo normal.

Mirando distraídamente las hojas del libro delante de ella, no puede evitar soltar un suspiro.

Con exasperación deja caer el libro a un lado, y se recuesta en las suaves y limpias mantas de su cama, el olor a detergente y desinfectante  la recibe.

Entonces mira al techo.

― había olvidado como se sentía. .  .

Ella susurro, con la mirada  perdida.

Entonces un pensamiento egoísta paso por su cabeza.

 
― él no vino

Ella murmuro.

Negó con la cabeza, intentando alejar ese pensamiento de su cabeza.

Él no tenía ninguna obligación de venir de vista.

Además apenas habían pasado un par de días, desde que fue dado de alta, es obvio que debe de tiene cosas que arreglar.

― a deferencia de mí, supongo que él si tiene una vida fuera de este lugar. . .

Negó con la cabeza, esta vez con más fuerza.

― pensar cosas como esas no está bien.

Ella se dijo, pero una vez más, pocas veces puedes controlar lo que piensas cuando no tienes mucho que hacer.

― tal vez, podría salir de paseo mañana.

Ella murmuro mientras se cubría con sus mantas.

Y entonces, sin ningún motivo en particular miro hacia la ventana, que no había cerrado,  porque le daba flojera.

Y lo vio.

Su habitación estaba en la segunda planta y de daba una buenas vista del jardín trasero del hospital.

Un chico escuálido, y con los hombros caídos caminaba por el sendero  de concreto que atravesaba el jardín.

―  . . .

Ella se dio la vuelta, y miro el reloj en su mesita de noche.

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