Alba:
Ha pasado una semana entera desde que dormí con Liam y desde esa conversación en mi baño. Una semana desde la primera vez que dormimos juntos.A lo largo de esta semana, y a raíz de esa conversación, las cosas han cambiado entre nosotros, ya que las hemos complicado. Hemos acabado desarrollando un patrón destructivo. Cada noche, nos separamos, cada uno hace su vida hasta que el otro lo ve, entonces cela al primero y después nos vamos a casa a estar juntos. No puedo negar que odio ese maldito patrón y sobretodo verlo con otras chicas—normalmente soy yo la que lo ve a él y tiene que celarlo para que reaccione—. Pero no puedo negar que me encanta la burbuja en la que nos encerramos una vez estamos a solas en casa y no discutiendo.
Aunque sé perfectamente que esto no es sano.
Una vez llegamos a la casa en la que se celebrará la fiesta, los chicos se disipan, cuando Liam está a punto de irse agarro su brazo, parándolo y haciendo que se gire para mirarme, totalmente confundido por mi intervención.
–Me he cansado de este maldito patrón–aviso–Juro que si te vas, ésto se acaba.
–¿Ésto, que, Alba? No somos, ni tenemos absolutamente nada.
Sus palabras caen como un balde de agua fría sobre mí. En el fondo sé perfectamente que tiene razón, pero también sé que pasa algo entre nosotros, y que ese algo es recíproco. Hay algo en la forma en la que me besa, que me hace creer que no lo hace como al resto.
–¿Y por qué te pones celoso cuando me ves con otro?–alzo una ceja.
–No tiene sentido hablar de ésto.
–No quieres hablarlo porque sabes perfectamente que tengo razón–respondo.
–No quiero hablarlo porque acabaremos discutiendo.
–Porque no sabemos hacer otra jodida cosa.
–Sí, complicarlo todo besándonos.
–Así no vamos a llegar a nada–murmuro–¿Podemos ir fuera para hablar?
Él asiente y juntos—por primera vez, agarrados de la mano—pasamos entre la multitud de gente que baila y bebe, hasta llegar a la puerta trasera que comunica con la playa. Al estar ya en la playa, empezamos a caminar para alejarnos tanto de la casa, como se las personas que la rodean y han decidido seguir su fiesta en frente de la casa pero en la playa. Una vez estamos prácticamente en la orilla, a solas y donde nadie nos pueden reconocer, paramos en seco.
–Admite que nuestra relación no es la misma y ninguno sabe qué ha cambiado–pido.
–No puede pasar nada entre tú y yo, Alba. Lo sabes perfectamente.
–Creo que vamos tarde a esa advertencia.
–Yo también lo creo–suspira–Pero sabes perfectamente que Alex me mataría.
–Deberíamos de poder decidir qué hacer o no–alzo una ceja.
–Estás fuera de cualquier límite–recuerda.
–Límite que puso hace años–recuerdo.
–Hay un código de hermanos entre nosotros que está por encima de cualquier cosa, Alba–suspira.
–No aguanto más este bucle.
–Estoy de acuerdo, ésto se tiene que acabar antes de que pase a mayores.
–Así que ahora sí admites que ocurre algo entre nosotros–ironizo, con cierta molestia.
–Admitirlo lo vuelve real.
–Y no quieres que se vuelva real–deduzco.
¿Yo quiero que se vuelva real?
No lo sé, claro que me gusta ésto que tenemos porque es es muy nuestro, pero no podemos olvidar quienes somos y para nuestra mala suerte, él es Harrison, el chico que utiliza a cada chica y después les rompe el corazón. Y yo soy Alba, la hermana pequeña de su mejor amigo, la chica que está fuera de cualquier límite. La chica que teme volver a salir dañada de una relación.

ESTÁS LEYENDO
Contigo ✓
Short Story"Quién se acerca a Liam Harrison se asegura un corazón roto" Alba había escuchado esa advertencia durante años. Todas las chicas de su instituto la repetían, pero sobre todo se lo había escuchado cientos de veces a sus amigos entre bromas, y especi...