Capitulo 1: Las esperanzas es lo último que se pierde.

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Y pensar que los sueños no se hacen realidad, esos sueños maravillosos que uno tiene solo se pueden ver cuando uno duerme pero al despertar y ver una carta en la entrada de tu puerta los sueños pueden llegar a destruirse o tal vez pueden llegar hacerse realidad.

Yo no me imaginaba que lo que uno deseara con toda su fuerza y alma podía  llegar, y pensar que nunca esperé esa carta de aquel lugar donde todos los pobres con miseria queríamos ir. Los ricos clamaban por mi presencia y aún así, no sabía el motivo de aquel clamor. Pero eso no era lo importante, la preocupación del momento eran los vestidos, en un cajón en lo último de la habitación estaban mis vestidos, los únicos que he guardado para algún evento importante.

Tenía la emoción entrando por mis poros y haciendo acto de presencia pero como dicen por ahí, la felicidad dura poco, ver mis dos vestidos guardados para una ocasión especial comidos  por un diminuto insecto, verlo con esos pequeños agujeros solo me hacían pensar una cosa: no podría ir a ese lugar tan anhelado.

Iría a donde la vecina, de seguro su hija tendría vestidos, y toqué  su puerta esperando alguna respuesta, tenía ansiedad y eso no era bueno. La ansiedad provocaba hambre en mi y no podía darme el lujo de comer la última zanahoria que quedaba para mi hermana.

La vecina me presto un vestido, la sentía como el hada madrina de aquel cuento que tanto escuchaba y tanto me gustaba, aquella doncella preciosa en su vestir y en su rostro que hizo que el corazón del príncipe se enamorara a las doce campanadas, cuando su pelo de color rojo se quedó enredado  en la placa del príncipe  haciendo que la joven cayera en los brazos del joven y vivieran felices para siempre, al menos eso era lo que yo escuchaba cuando la niñas de alta clase comentaban acerca del cuento que le daban en sus escuelas. Y que envidia de esas niñas, envidia por su vestir, por su educación, y por su valor, esos valores que nunca he podido aprender pero lo deseo  con fervor tener, vestirme como princesa, ser educada y lo más importante tener esos valores tan bonitos que existe; aprender a respetar, a compartir e incluso a amar.

La hora se aproximaba y no sabía si quedaba agua para darme un corto baño, mi hermana jugaba con las ramas del árbol y en su fantasía; eran muñecas. Tal como las que veíamos todos los días en la tienda cuando pasábamos para ir a limpiar zapatos.

La vecina a pesar de no tener esa desestabilidad como nosotras no puede andar ayudándonos siempre, pero acepté, acepté la invitación de bañarme en su casa así mi hermana se podía bañar con la poca agua que quedaba.

Y las dos emprendimos un viaje a pie rumbo al castillo, mi nuevo hogar, eso quisiera que fuera, mi nuevo hogar

El Cristal De Los SiglosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora