Capítulo: 12 Aprender amar a tus enemigos es aprender a brindar amor a quien sea

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La antigua reina aprendió a quererme, con el tiempo aceptó que yo era la reina y que no tenía porqué  tenerme envidia, cuando ella tuvo más que yo, pero yo tuve más amor que ella, puede ser que sea porque no le dieron amor. Ella sabe que estoy dispuesta a darle ese amor que siempre le faltó aún despues de ser reina. Estuvo a punto de declararse mi enemiga pero yo no la dejé, no cuando ella no lo merece, no merece tener enemigas, ella necesita vivir feliz y sin rencor alguno.

El rey me miraba de vez en cuando fijamente, había algo que quería decirme yo lo veía en sus ojos, en la manera de ponerse nervioso, y al ver que en ocasiones salía sin sus gafas oscuras me conformaba que algo me ocultaba y que no podía decirme. Ya no era un motivo de confianza, trataba de protegerme, trataba de que la noticia no me impactara, pero no se estaba dando cuenta que así no me cuidaba que si tal vez si me lo contaba yo ayudaba. En un intento de protegerme, me lastimaba, sin darse cuenta, sin intención alguna pero aún cuenta no se daba.

El viento soplaba fuerte, tan fuerte que podía destruir una casa de paja, como la que construyó el menor de los hermanos chivos, cada cual construían su casa. Los tres chivitos trabajaban para tener un hogar, el mayor fue tan inteligente que construyó una casa de ladrillos por eso cuando vino la tormenta de la cual se escondían no logró derrumbar su casa. O al menos eso fue lo que escuché cuando la reina lo contaba para mi hija.

Formamos un muro tan grande y fuerte como si fuera de ladrillos. Construimos un muro con malos sentimientos, y cada vez se hace más grande ese muro que no dejamos que las cosas buenas entren a nuestro corazón. Pero muchos somos astutos que construimos un muro con buenos sentimientos,  grande y tan fuerte que las tribulaciones y los pensamientos negativos no logran afectarnos y podemos proteger a nuestros seres más queridos de esas tormentas negativas.

Hice un muro tan fuerte y tan grande que cuando mi padre murió no tuve rencor hacia su persona y el odio que sentía se evaporó como agua evaporada  por el sol.

El Cristal De Los SiglosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora