Capítulo:13 Para los seres queridos mi vida, mi vida daría .

2 0 0
                                    

El clima de hoy no estaba agradable para mi, llovía mucho y lo peor relampagueaba con frecuencia.

Tuve que viajar días después del cumpleaños de mi hermana, tuve que dejar a las niñas solas porque no las podía traer conmigo. Aunque el rey estaba con ellas, él  no tiene tiempo para estar al pendiente como yo lo estaba, es un buen  padre pero el deber llama en muchas ocasiones que mantienen ocupada su mente.

Recordé a la madre cerdita que tenía siete cerditos y los dejó en su casa para salir a comprar verduras, solos sin compañía de nadie, los cerditos sintieron al León acercarse y se escondieron por toda la casa en lugares diferentes, y cuando el león estuvo a punto de comerse el primero, llegó la mamá cerdito a tiempo para defender a sus hijos, o al menos eso fue lo que escuche cuando la vecina se los contaba a sus hijos.

Espero llegar a tiempo y no arrepentirme de haber viajado por temas de la realeza, los asuntos que atender eran importantes pero no eran más que mi familia de eso estaba segura.

Mi hija cuidaba el cristal de los siglos, era pequeña pero lo cuidaba como el regalo más preciado, ella podía ver el cristal de los siglos aún estando a kilómetros de él, era lo que su sangre le permitía hacer ver cosas en un lugar mientras estaba en otro. Ella cuidaba tanto el cristal de los siglos que estaba orgullosa de ella.

Miré al rey del reino vecino quien sudaba y estaba agitado de tanto correr. Venía a informarme de algo y yo me asusté de tal manera que yo también comencé a sudar.

Mi hermana estaba enferma y pude llegar a tiempo para ver su último suspiro, habían atacado el castillo y para salvar el cristal usó uno de sus poderes, movió el cristal para el refugio que teníamos para estas situaciones. Ella sabia que no debía usar sus poderes porque la consumían. El poder de teletransportación fue el último que usó, pero también podía leer las mentes, los pensamientos. Lo que para otros era una dicha para ella era una desdicha , su talento la consumía viva. Y ya no está y nunca pude escuchar sus palabras se fue sin poder hablar, se fue sin yo decirle que la quiero y nunca me dijo que ella estaba arrepentida por hacerme cuidar de ella. Eso que hice en tantos años y no me dio pesar ninguno. El poder de leer las memtes no le permitía emitir ni una sola sílaba. El último día escribió en su cuaderno de dibujo las pocas palabras que había aprendido, esas palabras que provocaban en mi una sonrisa nostálgica.  Yo sabía que ella me quería pero verlo escrito en su cuaderno sacó lagrimas de felicidad ligadas con las de tristeza.

El Cristal De Los SiglosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora