Capítulo 2 : La riqueza es la alegría de muchos pero desgracia de algunos.

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Llegamos sin apuro ninguno, los pies me dolían y si bien recuerdo en el camino nos dio mucha sed, y sin pensarlo ignoramos ese deseo tan inoportuno.

Los Reyes nos recibieron con mucho aprecio, una hipocresía que desprecio, si volteaba unos segundo podía ver como nos desairaban con la mirada, preferiría que me lo dijeran en la cara, sufrir en el primer impacto que no prolongar algo que tarde o temprano iba a ocurrir.

Todavía no veía al príncipe, muchos comentaban que estaba enfermo y que por eso no se presentaba a los medios, otros comentaban que era horrendo y que vivía en un enorme complejo; y así otros muchos comentarios sobre mi futuro esposo. Incluso un día escuché de un hombre mientras limpiaba su zapatos, que el heredero al trono tenía poderes místicos y que cuando lo veías a los ojos tu vida se paralizaba y tu cuerpo se convertía en piedra.

Nunca imaginé que fuera cierto, que mientras yo esperaba a que él  apareciera, el heredero se estaba preparando para recibirme con unas gafas oscuras impidiendome ver sus ojos.

Y no tuve la certeza de verificar las palabras del hombre cuyos zapatos limpié  hasta que un día ya casados me lo dijo, su mayor secreto, su mayor desgracia y su mayor riqueza. El hombre se equivocaba en una parte, el príncipe era como aquel hombre del cuento que convertía en oro todo y que sus hermanos le sacaron los ojos porque se convirtió en una desgracia para su familia, al menos eso escuchaba de las niñas cuando yo salía a jugar con mis ramas de árbol , el príncipe no convertía en piedra, él era ese príncipe que yo soñaba cuando era pequeña, ese príncipe forrado, solo que este convertía las cosas en oro con sus ojos y me aterraba, preocupada por la vida de mi hermana. ¿Qué tal si él la miraba y la hacía una estatua de oro?

Ahí fue cuando me enteré el motivo de mi casamiento, mi sangre, en la vida no había pensado que mi sangre hiciera algo bueno y agradezco que exista porque ella me salvó de la pobreza, gracias a ella me casé con el príncipe. Ni a mi, ni a mi hermana nos pasará nada, somos las únicas con el poder de ver  los ojos del príncipe, ver sus más profundos sentimientos sin necesidad de convertirnos en algo que muchos anhelan,  el oro.

El Cristal De Los SiglosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora