VEINTICINCO - A DE ALEXINA

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CAPÍTULO VEINTICINCO

A DE ALEXINA.

Ya vas a ver
Cómo van sanando poco a poco tus heridas
Ya vas a ver cómo va la misma vida
A decantar la sal que sobra en el mar

DÍA DE ENERO - SHAKIRA


–¿Tienes mi regalo aquí?

Estábamos bailando, esa vez sí en la pista. Negué mientras reía y él me hacía girar sobre mi eje.

–Lo quiero.

Negué con la cabeza, de nuevo. –No lo tengo aquí te dije.

–Vayamos a tu casa, entonces. –Me había atraído hasta su cuerpo y bailábamos sin seguir ningún ritmo en particular.

–Duermo con Charlie en un cuarto de tres por tres, ¿lo recuerdas?

–Claro que lo recuerdo. Pero ella irá a dormir a lo de William.

Dios, esa telenovela iba a mil kilómetros por hora. ¿De cuántos capítulos me perdí?

–Tu amiga lo está convirtiendo en todo un reto, ¿eh?

–¿William no se cansa?

Ares me miró como si me hubiese salido una segunda cabeza. –¿Por qué se cansaría? La quiere y está esperando a que ella se decida. No le veo motivo para cansarse.

El preconcepto que había formado de Ares y William había sido derribado del todo hacía tiempo y aún así seguían sorprendiéndome todo el tiempo.

–La gente no puede cansarse cuando las cosas no salen como uno espera, Louisana. Eso es de mediocre. Y William será muchas cosas menos mediocre. Aparte, ya te dije, la quiere.

–¿Lo hace? –Pregunté curiosa.

–¿El alcohol te vuelve lenta? –Se burló. –Claro que lo hace.

–¿Está enamorado de Charlie?

–No lo sé. Pero uno no debe estar enamorado de la otra persona para que la quiera con todo su corazón ni para disfrutar de lo que hay y existe entre ambos. El amor no lo es todo, no puede serlo todo.

Quise preguntar si lo que había entre nosotros era ese punto en el medio entre la nada y el amor. Pero de nuevo, las palabras quedaron atascadas en mi garganta y murieron en mi boca.

–Ares, estamos yéndonos. ¿Tú y tu hermana vienen?

La voz de Tamara interrumpió cualquier pensamiento de mi cabeza. Ares, sin separarse de mí, la miró de refilón.

–No.

–A nuestros padres no les gustará nada. –Aunque hablaba con él, la hermanastra de Ares me miraba a mí.

–Mira, Tamara, -Ares dejó de abrazarme pero no me soltó del todo –que a mi padre le moleste, es una cosa que ni siquiera tendría que incumbirte. Que le moleste a Amelia, entra en el podio de cosas que me importan una mierda.

Ella levantó un hombro, restándole importancia a las palabras de su hermanastro. –Jódete, Ares. Tú no tendrás problemas, pero tu hermana, sí. No digas que no te lo advertí.

Sentí los músculos de Ares tensarse bajo mis manos cuando Tamara comenzó a alejarse. –¿Qué dijiste, Tamara?

Ella volteó sonriendo, disfrutando del daño que estaban causando sus palabras. –Estás condenando a tu hermana por nada, Ares. ¿No te das cuenta?

CONSTANTE [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora