DOS - PRINCE CHARMED

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CAPÍTULO DOS

PRINCE CHARMED.


Habrá que encontrar un lugar para esconderse

O habrá que entrometerse un poco más

Habrá que desempolvar el disfraz de valiente

Y salir a tropezar

¿QUÉ HAGO YO ESPERANDO UN PUTO AS? - LAS PASTILLAS DEL ABUELO 


Llegué a casa y unos brazos pequeños me rodearon la cintura. 

–¿Cómo estas, princesa?

Mi hermanita de doce años me miró desde abajo y sonrió como solo lo hacía cuando se trataba de mí.

–¿Cómo estas, Nora? ¿Cómo estuvo el colegio hoy? –le pregunté mientras tocaba su cabello rubio y besaba su frente.

–Normal, odio a todo el mundo y los chicos son estúpidos ¡Dije la palabra vagina y comenzaron a reírse!

Rodé los ojos y me alejé de ella caminando hasta la cocina. De reojo, la veo acomodarse en la silla del desayunador haciendo bailar sus piernas cortas. Nora no era la persona más sociable del mundo y eso me preocupaba. No tenía muchos amigos y yo no sabía qué hacer para que fuese más dada con la gente y menos arisca. Menos igual a mí, básicamente ¿Ninguna había heredado, aunque sea un poco, del lado sociable de nuestro hermano mayor?

–No debes decir esas palabras, Nora.

–¿Por qué no? Charlie la dice todo el tiempo.

Su respuesta me hizo reír. Debería hablar con Charlie para que deje de meterle a mi hermana esas ideas del poder que tenía las vaginas sobre todo el mundo ¡Por el amor de Dios! Tiene doce años.

–¿Mamá? –pregunté mientras sacaba la comida de la heladera.

–Duerme, como siempre.

No pude pasar por alto, aunque quisiese, el tono de su voz.

–Nora... –la reprendí –mamá no se siente bien.

Mi pequeña hermana hizo silencio. Mientras la comida se calentaba, me dediqué a observarla: tan pequeña, tan frágil y a su vez tan madura para su edad. Nora no recordaba cómo era mamá sana, con vitalidad y ganas de vivir la vida. Desde que puede procesar recuerdos, María pasaba de la cama al hospital y del hospital a la cama.

–Pensé que la última vez se había curado.

Y no fuiste la única que creyó eso, pensé. Mamá tenía un tumor en el cerebro demasiado extraño, demasiado agresivo y demasiado impredecible. Ya había pasado por muchos tratamientos de quimioterapia y rayos y lo que parecía hacer efecto los primeros meses, luego volvía a caer. La infancia de mi hermana se desarrolló entre hospitales y con nueve años, ya sabía dividir las pastillas que mamá debía tomar y en qué dosis.

–Esta vez es diferente. Vas a ver que en un par de meses va a ser la súper mamá que conocíamos y va a volver a la galería.

La sola idea de mamá abriendo nuevamente su galería de arte, me entusiasmaba. Los ingresos escaseaban cada vez más y los tratamientos se nos habían vuelto impagables. Hacía tres años trabajaba en un café del barrio, mientras mi hermano estudiaba de día en la universidad local y de noche daba clases en un gimnasio. Y aunque Luke me ayudara con la mitad de su paga y Diego tomara turnos extras en el gimnasio, a veces no alcanzaba.

CONSTANTE [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora