VEINTISEIS - UN TE QUIERO DEMASIADO TARDE

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CAPÍTULO VEINTISEIS

UN TE QUIERO DEMASIADO TARDE.

nota de autora: quería llegar a este cap. únicamente para poner este temón. 

Con amor

Coyote

Mírame a la cara, por favor, no seas cobarde
Tus mentiras llegan tarde
Y ya no hay nada que nos salve
Mírame a la cara y no me mientas, tú no lloras
Si tan fácil te enamoras
Y nuestro amor duró unas horas
Nunca ha sido culpa de quien hiere
O de quien llora
Culpa del que se enamora

COBARDE - XIMENA SARIÑANA


Estábamos entrando en la recta final del instituto. Cinco años que pronto formarán parte del pasado. El fin de año parecía volver a la gente más histérica: el promedio de los estudiantes pensaba en sus vacaciones, en aprobar los exámenes finales con notas sobresalientes, en buscar algún trabajo de verano. En fin, ninguna de esas eran preocupaciones mías. De hecho, eran muy diferentes.

Ese Lunes Diego iba a ir a buscar la primera tanda de medicamentos del nuevo tratamiento de mamá: unas pastillas con nombres que jamás me voy a aprender.

–¿Por qué esa cara de preocupación? –Cerré mi taquilla con fuerza debido al susto.

–Ares, tienes que dejar de asustarme.

–¿En qué pensabas? –Me dijo abrazándome por los hombros. La gente aunque estaba inmersa en sus temas evidentemente tenía tiempo de dedicarnos murmullos.

–Hoy mamá empieza la primera fase del nuevo tratamiento y Diego es el encargado de ir a la consulta.

–¿Y no confías en él?

–No. –Me apresuré a decir. –Sí confío en él. Solo que me fastidia no poder estar yo también ahí. Tomé algunas más horas en el café y hoy haré el turno nocturno también.

–¿Cómo conseguiste el dinero del tratamiento? –Preguntó curioso.

–No lo conseguí, sólo pagamos esta tanda de medicamentos. Con Diego vamos improvisando sobre la marcha. Depende de los estudios que se haga la semana entrante, veremos cómo seguimos. Da igual –le resté importancia haciendo un gesto con la mano. –De alguna forma lo resolveré.

Nos detuvimos en el aula donde compartíamos clase. Colocó mi pelo detrás de la oreja y me sonrió. –Es admirable lo que haces, ¿lo sabes?

–¿Lo dices por lo que hago por mi madre? Es lo que debería hacer.

Negó. –Podrías hacer cualquier otra cosa y sin embargo, eliges hacer lo correcto. Y te desvives en el proceso. Eso, Louisana, es admirable y por eso me encantas.

Sus palabras cálidas lograban calarme hondo. La sensación, desconocida para mí hasta que lo conocí, era extraordinaria. Si pudiese elegir alguna de las Louisana que la gente veía, sin duda me quedaría con la versión que Ares tiene de mí.

–¿El sábado? –Pregunté no tan convencida.

–Sí.

–¿Llegamos a preparar algo?

–¡Qué importa! ¡Nos pagarán tres mil dólares por la presentación! –Chilló Charlie, entusiasmada.

El sábado, el papá de William iba a dar una fiesta de beneficencia a favor de no sé qué causa. Habían contratado una banda que, en palabras de Charlie, era terriblemente aburrida aunque apostaba que ni siquiera la conocía.

CONSTANTE [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora