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"Te amo de la forma más silenciosa que pueda existir"
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Había sido coincidencia, ni siquiera había estado planeando verla durante los últimos días, pero el poder encontrarla casualmente en ese lugar era un hecho de lo cuál estaba agradecido.


Había sido ya un mes desde la última vez que la vio, y su corazón latió tan desenfrenado como lo hizo la primera vez en la que fue consiente de sus sentimientos por ella.


Observó las compras en su carrito de mercado y luego a ella, serían solo unos pocos segundos, nadie lo sabría, él regresaría a la hora acordada… solo quería hablar un poco con ella, solo un poco.


Casi corriendo se acercó hasta ella y una vez que estuvo cerca disminuyó su velocidad hasta que fueron lentos y silenciosos pasos. Una sonrisa divertida estaba pintada en sus labios de tan solo imaginar su rostro rojo de furia y sus ojos brillantes.


Se posicionó detrás de ella y con sus propias rodillas doblo las de ella, haciendo que soltará un grito ahogado y que botara lo que se que hubiese tenido en las manos lo cual se estrelló contra el suelo destrozándose en pequeños trozos de cristal.


—¡Maldito hijo de…. ¡¡Suigetsu!!.—grito ella con sorpresa, olvidando momentáneamente su furia y haciéndolo sonreír aún más.


—¡Hey zanahoria!.—saludo levantando una mano y alejándose un poco de ella.—Ha sido un tiempo ya.—dijo metiendo sus manos en los bolsillos de su pantalón, balanceándose de adelante hacia atrás, estar junto a ella siempre era así, era imposible para él poder mantenerse quieto, sus nervios jugaban cruelmente con el.


—Si… ha pasado ya un tiempo. ¿Y… que te trae por aquí? Hasta donde recuerdo dijiste que saldrías del país.—comento ella acomodando sus anteojos con ese aire de superioridad tan propio de ella que tanto le exasperaba y encantaba a la vez.
Él suspiró, por un minuto lo había olvidado, esa había sido la mentira que le dijo cuando decidió que lo más seguro para ella era permanecer lejos de él.


—Estoy de regreso por un tiempo, luego me volveré a ir.—mintió evitando su mirada carmesí de forma disimulada. No quería verse expuesto, sabía lo astuta que ella podía ser.


—¿Y donde te estás quedando? Quizás pueda irte a visitar.—dijo y la sola idea de ella dentro de la oscuridad de Akatsuki le helo la sangre.


—¡No!...—se apresuró a negar mirándola asustado. Carraspeando evitó su mirada mientras intentaba rápidamente buscar alguna excusa ante su repentino arrebatamiento.—Es solo que…


—Esta bien, no tienes que explicar. Tampoco es como si yo tuviera mucho tiempo para visitarte, tengo mis clases y mi trabajo, ya sabes.—lo interrumpió ella con seriedad, mientras lo miraba con un poco de fría incomodidad.


—No…


—Lo siento, fue un gusto volver a verte, pero ando corta de tiempo.—se excusó, a la vez que le daba la espalda y empezaba alejarse.


—Karin…—la llamó, y ella se detuvo más aún así no volteo su mirada.


—Se que nunca saliste del país…—susurro ella aún sin voltear, el la miró sorprendido y un poco aturdido y tenso, ella continuó.—Eres un estúpido la mitad del tiempo, me molestan tus bromas, pero me gusta verte sonreír, me gusta la forma en la que me miras, pero todo tu alrededor está rodeado de misterio y mentiras…. Y yo no quiero eso en mi vida.—finalizó sin voltear, reanudando su andar y aunque el quiso detenerla cuando vio su espalda alejarse no lo hizo, aún cuando empezaba a sentir su corazón romperse lenta y dolorosamente no la detuvo.


Él no mancharía a Karin con la oscuridad de Akatsuki.


Aún si ella no se daba cuenta él la protegería.


—Adiós Zanahoria.—susurro sin gracia, con una sonrisa triste y rota adornando su rostro.



—Hatake Kakashi…—susurro el nombre de la persona que Naruto aseguró podía ayudarlo.


—No creo que ese sea un nombre que debas susurrar en este lugar…—comento una suave y femenina voz a su espalda ocasionándole un pequeño sobresaltó.


Rápidamente volteó su mirada y se encontró con unos ojos color ámbar carentes de emoción alguna, su piel pálida y delicada, y su cortó y singular cabello azul él los reconoció enseguida.


—Konan..—susurro en reconocimiento de la única fémina de Akatsuki, quién solo asintió y continuo caminando revisando los destartalados muebles de aquella pobremente aseada cocina.


—A menos que quieras desatar la ira de tu demente primo, no te recomiendo que pronuncies ese nombre en este lugar…—susurro ella con desinterés, mientras suspiraba derrotada en su búsqueda de alimentos.—¿Sabes si Suigetsu ya hizo las compras?—preguntó sin mirarlo.


—Las está haciendo…

—Mmm…


—¿Por qué…?


—Averígualo tú…—lo interrumpió antes de siquiera el poder terminar la pregunta.

No era parte del planDonde viven las historias. Descúbrelo ahora