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"Dos personas destinadas a estar juntas hasta equivocándose coinciden"

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—¡Itachi!.—grito apenas ingresó aquel corredor oscuro, de inmediato a sus oídos llegaron los lamentos, súplicas y ruegos de los prisioneros, pero aquello caía en oídos sordos lo único que quería escuchar era la voz de su hermano, necesitaba asegurarse que estuviera bien, que obito no le hubiese hecho nada.

Era su culpa. Si a su hermano le pasaba algo era solamente su culpa.

Mientras corría sentía como el aire quemaba sus pulmones, y el amargo de las bilis subía por su garganta, los latidos erráticos de su corazón retumbaban en sus oídos y su vista se nublaba por cortos segundos. Y entonces finalmente llegó a la celda aislada de su hermano, y el alma le regreso cuando vio su delgado cuerpo recostado sobre aquella dura cama.

—Itachi…—susurro con alivio aferrándose a los barrotes de la celda que los
separaba. —¡Itachi!.—llamó pero su ceño se frunció cuando su hermano no reaccionó.

—Ita…

—No despertará en un buen rato, está sedado.—susurro una voz tras de él, haciéndolo sobresaltarse.

Al voltear se encontró con unos ojos azules que le devolvían la mirada con desinterés, su rubio cabello permanecía atado firmemente en una coleta alta dejando por fuera solo un largo mechón que servía de flequillo y tapaba uno de sus ojos azules.
Su piel clara se veía pálida, debido a la escasa luz solar que la chica tomaba.

—¿Por qué está sedado?.—preguntó al cabo de unos segundos, con la desconfianza brillando en su mirada oscura.

—Tu incompetencia en la misión que te encomendó obito, ocasionó que Itachi-san terminará con varias costillas rotas, cuatro dedos de la mano fracturados y hematomas por todo su cuerpo.—contesto con algo de rencor.—Tuve que sedarlo, debido al dolor le empezó una fiebre que lo estaba haciendo delirar.

Y entonces la amenaza de obito nuevamente regresó a su cabeza y el sentimiento de culpa lo inundó por completo.

Ya no tenía tiempo para un plan b, las cosas no estaban yendo muy bien para él, ya no tenía tiempo para pensar en el bienestar de ella y Naruto, pasaría sobre quién sea con tal de salvar a su hermano.

Observó nuevamente la figura inconsciente de su hermano y suspiró. Tenía una misión que cumplir.

—Neji estuvo aquí.—escucho la suave voz de su hermana decir desde el umbral de su habitación.

Volteó ligeramente el rostro para verla, aquellos ojos claros  le devolvían la mirada con frialdad, y en ellos reconoció la misma mirada que su padre le dedicaba a diario.

—Lo sé, lo ví.—susurro regresando su mirada al libro en su regazo.

—Sabes que él no fue el culpable, la culpa de todo la tiene el tío Hizashi, no él.—dijo mientras se adentraba a la habitación mirando los alrededores con fingido interés.

—Lo sé.— susurró con un poco de amargura y culpa.

Hanabi tenía razón, pero era simplemente imposible para ella poder ver el rostro de Neji sin recordar a su tío y su avaricia llena de crueldad.

—Fue Hizashi quién colaboró con Akatsuki, incluso estaba entregando a su propio hijo por qué…

—Hanabi-chan…—la interrumpió levantando nuevamente su mirada del libro que leía, y dirigiendola a su hermana menor quien la observaba atenta.—Yo sé que Neji no es el culpable, sé que mi tío lo hizo todo, yo lo sé, pero él están igual a Hizashi que solo ver su rostro me paraliza, me aterroriza. Se lo que intentas, pero detente por favor, Neji se detuvo también, yo simplemente no estoy preparada para verlo sin sentir temor de él, sin evitar pensar que él pueda ser igual a Hizashi.

Hanabi la observó unos segundos en silencio y suspiro, sin decir nada más se dió la vuelta y regreso tras sus pasos.

Ella suspiró un poco aliviada. Enterró nuevamente su mirada en las palabras del libro en su regazo, pero su cabeza ya no estaba amas ahí.

Observó la foto tirada en aquella sucia y poco alumbrada habitación, desde lo sucedido, su madre se había encargado de tirar todas las pertenencias de su padre en ese viejo cuarto, en silencio camino hasta el marco y lo tomo en sus manos observándolo fijamente.

Y sonrió sin gracia.

Eran idénticos, desde la mirada clara hasta el largo de sus cabellos. Él era la copia exacta de su padre y eso era lo peor que le pido pasar.

Aún no lo entendía si era sincero, su padre lo tenía todo, poseía dinero, una familia que lo amaba, un apellido distinguido; poseía una buena vida, quizás no tenían tanto dinero como la familia de su tío Hiashi, pero tenían suficiente para vivir con muchas comodidades.

¿Por que quería más?

¿Por qué no fue suficiente?

¿Por qué arruinó su vida?

Había amado solo a una mujer en su vida, desde el momento en el que la vio hasta el día vivido, el la amaba pero estar junto a ella era imposible, sin importar cuánto tiempo le diera ella jamás podría dejar de temerle, y debía de hacerse a la idea de que así sería, ellos solo eran conocidos con recuerdos en común.

—¿Lo vistes? ¿Cierto?.—escucho la voz de Suigetsu decir apenas ingresó a su habitación.

—¿Lo sabías?.—pregunto mirándolo fijamente.

Suigetsu suspiró y se encogió de hombros un poco.

—Ino me pidió ayuda para tratarlo.—explico y supuso que se refería a la chica de cabello rubio.—Necesitas hacer algo y rápido, estás durando demasiado tiempo y Obito no es alguien paciente.

—Lo sé, pero acercarse a Hinata es difícil.—susurro con pesadez, Suigetsu lo imitó.

—¿Entonces que harás?

—Ganaré tiempo…

—¿Eh…? ¿Y cómo?

—Le daré a Naruto.

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⏰ Última actualización: Apr 26, 2022 ⏰

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