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“El destino ya había empezado a mover sus piezas mucho antes de que yo me diera cuenta”

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—¡Devuélveme a mí hermano!.—había gritado, mientras golpeaba con sus manos y pies una puerta de madera firmemente cerrada.

Su voz se sentía rasposa de tanto gritar, y sus manos ya dolían de tanto golpear aquella puerta. Solo quería tener devuelta a su hermano, no podía dejar que se lo arrebataron a él también.

Cansado golpeó nuevamente la puerta y aunque la intención fue la misma la fuerza empleada no. Había regresado de su trabajo de medio tiempo solo para encontrarse con su hogar totalmente destruido, no había ningún solo mueble sin voltear o roto, y ni siquiera tuvo que ingresar para saber lo que había sucedido, solo ver el desastre y él lo entendió.

Las amenazas que su hermano había estado recibiendo no fueron en vano.

Corrió, corrió tanto que sus piernas habían dolido pero aún así no se detuvo, corrió hasta encontrar una casa casi destruida en las lejanías de la ciudad, una casa que él recordaba visitar a menudo cuando sus padres acababan de morir, una casa que les dio cobijo durante bastante tiempo.

—¡Maldición Óbito! ¡¡Regrésame a Itachi!!.—grito nuevamente pateando la vieja puerta.

Observo nuevamente su alrededor, dándose cuenta que ya había oscurecido, a lo lejos las únicas luces que se lograban ver eran las de la ciudad, mientras alrededor una bruma de oscuridad era lo único que rodeaba aquella casa que hacía de guarida para uno de los peores criminales de Japón.

El sonido de unos pasos atrajo su atención, y volteando de inmediato observó como aquella vieja pero resistente puerta era abierta. El rostro de un chico de más o menos su edad fue con el que se encontró, sus ojos amatista lo observaron ligeramente sorprendidos y resignados, dos largos mechones de blanco cabello enmarcan su rostro a la vez que una sonrisa incrédula le daba una vista perfecta de sus dientes puntiagudos.

Lo reconoció enseguida, era el pequeño hermano de Mangetsu, Hozuki Suigetsu.

—Si que eres insistente Sasuke-chan.—comento con voz cantarina, haciéndose aún lado y abriendo aún más la vieja puerta.—Pasa Óbito te está esperando, creo que todavía recuerdas el camino ¿Cierto?.

Pero el ni siquiera contesto, en vez de eso se precipitó por entrar llevándose a Suigetsu en el camino, aún era capa de recordar el camino a aquel cuarto oscuro, iluminado únicamente por una vela. Los gritos y llantos de desesperación, el pudo ser capa de escucharlos en su trayecto, la piel se le erizo por unos cortos segundos.

Odiaba ese lugar. Odiaba la sensación de sentirse indefenso dentro de aquellas paredes.

Las personas dentro de esa casa fueron el peor error que su hermano pudo cometer, relacionarse con ellas solo les había traído desgracias. Aún era capa de recordar el terror en el rostro de su hermano la noche que escaparon de esa casa, recordaba como sus manos temblaban mientras lo cargaba en brazos y huía en medio de la oscura noche, cómo por más que ambos cayeron al suelo el no detuvo su huida, se levantó y aún teniéndolo en brazos siguió corriendo.

Recordaba su desesperación y su constante susurro.

“—Tenemos que huir.”

La paz los acompaño durante siete años, hasta que él los encontró nuevamente o quizás siempre supo dónde estaban.

Un grito de auxilio le hizo salir de sus pensamientos abruptamente, solo para darse cuenta que ya estaba en frente de la puerta de la habitación deseada.

Golpeó levemente antes de entrar y justo como recordaba una tenebrosa oscuridad que le erizo la piel, le dio la bienvenida, la vela que recordaba alumbraba pobremente la habitación estaba justo donde el recordaba.

—¡Sasuke-chan!.—una voz chillona e infantil lo nombró y el reprimió un escalofrío al recordar eventos del pasado.—¡Pero mira cuánto has crecido, si hasta eres más guapo que tu hermano! ¡Felicidades, felicidades!.—aplaudió en la oscuridad.

Pese a no ver su rostro ni su cuerpo el sabía dónde estaba, sus ojos negros se acostumbraron a la oscuridad y adentrándose un paso encaró a ese que por varios años, en el pasado atormento sus sueños.

—Devuélveme a Itachi.—ordeno, fijando su mirada a dónde sabía estaba Óbito.

Pero en cambio lo que recibió fue una simple risita.

—¿Por qué? ¿Quien eres tú para darme una órden?.—pregunto con la misma voz chillona y estúpida.—Itachi-kun es un traidor, él traicionó a Akatsuki. Aún cuando les dimos un techo sobre sus cabezas y comida, él nos traicionó, nadie traiciona Akatsuki.—y esta vez ya no hubo una voz chillona, está vez una gruesa y siniestra fue la que tomo lugar.

Un escalofrío le recorrió el cuerpo, porque él sabía cuál era el precio a pagar por una traición a aquellas personas.

—No puedes matarlo. Él es tu familia.—le recordó, casi con desesperación.

Pero Óbito solo río.

—Yo soy mí familia.—dijo con aquella misma voz siniestra y oscura.

—Devuélvemelo… por favor.—pidió nuevamente, con la desesperación aumentando minuto a minuto.

Él silencio reino durante unos costos segundos antes de que nuevamente Óbito hablara.

—¡Ok! ¡Lo haré!.—acepto, hablando nuevamente con su tono de voz chillón.

Pero él no se fio de aquella afirmación. Nunca confiaría en aquellas personas, mucho menos aún en Uchiha Óbito.

—¿Qué es lo que quieres?.

—Hyūga Hinata…

N/A
Se que había prometido el secuestro, pero creo que tendrán que esperar un poco más.

No era parte del planDonde viven las historias. Descúbrelo ahora