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“Cada quien lidia con sus propios demonios internos a su manera, para poder exorcizarlos”

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—Naruto, necesito hablar contigo.—dijo apenas ingreso al salón, llamando la atención de algunos curiosos.


Naruto lo miró con aquellos grandes y sinceros ojos azules.—Esta bien datebayo.—acepto sonriendo levemente, él por el contrario solo asintió caminando hasta su asiento, no sin antes darle una mirada al pupitre vacío en la esquina.


…Esa chica seguía sin asistir a clases.
Suspirando se sentó en su lugar dirigiendo su mirada al enorme jardín afuera, pero con sus pensamientos a miles de kilómetros de ahí.

Durante toda la noche anterior había estado pensando en las palabras de Suigetsu y en cuánta razón tenían, él no podía solo confiar en Óbito, debía de tener un plan B, si nada sale como él espera, y ahí era exactamente dónde aquel rubio escandaloso entraba en acción, solo Naruto cumplía con todos los requisitos para ser su plan de contingencia, y todo gracias a una sola razón, su padre.

Si todo salía de acuerdo a su plan sería capaz no solo de acabar con todo Akatsuki, si no también de librarse de la maldición de Óbito sobre su hermano y él, si tenía éxito, serían libres, si tenía éxito no condenaría a dos inocentes a los horrores de Akatsuki.


Completamente horrorizada observó su alrededor, había basura y humedad por donde sea que dirigiera la mirada, su cuerpo le dolía y sus pies se sentían dormidos, al intentar reincorporarse noto con espanto que tenía sus pies encadenado juntos con una especie de grilletes. Rápidamente empezó a hiperventilar, no recordaba nada, no sabía ni siquiera que sucedía, ella solo estaba jugando en parque junto a su primo, ella estaba columpiándose cuando de pronto todo se volvió oscuro.
Tenía miedo.

¿Dónde estaba su papá? ¿Dónde estaba Neji?... ¿Dónde estaba ella?
Las lágrimas resbalaron por su rostro silenciosas y calientes, probablemente iba a morir, probablemente fue secuestrada por un hombre malvado que la mataría.

¿Ella iba a morir?

No quería morir. No aún, ella quería crecer, quería casarse con su primo, iban a crear una familia lejos de sus ambiciosos padres… no podía morir.

—¡Hinata-sama!.—escucho el grito de una voz infantil que ella reconocería donde fuera, sacándola inmediatamente de sus pensamientos.

—¡¿Hinata-sama, está ahí!?.—volvió a gritar y ella sintió como un poquito de aquél miedo desaparecía de su ser.
No estaba sola.

—¡A-aquí estoy!.—grito en medio de un sollozo.—¿Dónde estás tú, Neji-kun?—grito pegando su espalda a la pared cuando una rata pasó cerca de sus pies descalzos.

—N-no lo sé, estoy en una especie de cuarto sucio y mohoso. Estoy encadenado Hinata-sama.—grito su primo y ella pudo percibir el miedo en su voz suave.

—Y-yo también.—susurro, sollozando silenciosamente.

—No se preocupe Hinata-sama, Hiashi-sama vendrá por nosotros. Saldremos de aquí sanos y salvos.—grito su primo con esperanza y ella asintió.

Es cierto, su padre los rescataría, su padre tenía mucho dinero, y era alguien con bastante poder, el podía sacarlos de ahí.

—N-no lloré más, y-yo la protegeré Hinata-sama.


Suspiró mientras golpeaba levemente su cabeza contra el estante gigante de libros, ver a Neji siempre traía de vuelta todos esos recuerdos, traía de vuelta el dolor que ella siempre creía olvidado

Después de que ambos fueron rescatados de aquél infierno, nada volvió a ser igual, la promesa que ambos habían hecho de huir lejos quedó en el olvido, su primo nunca volvió a ser él mismo y ella no fue capaz de ayudarlo a olvidar cuando al ver su rostro sentía miedo y ganas de llorar.

Ella fue la culpable de que ambos fueran desconocidos con recuerdos en común.


—¿De qué querías hablar, Sasuke?—pregunto Naruto tan pronto atravesó la puerta de la azotea.

—Necesito tu ayuda.—dijo, él no era el tipo de persona que de iba por las ramas, arriesgaría todo en esa única oportunidad.

—¿Mi ayuda? ¿Para qué?.—pregunto confundido, terminando de acercarse a él.

—Tu eres el hijo de Namikaze Minato, ¿Cierto?.—pregunto y de inmediato los ojos azules de Naruto brillaron desconfiados y un poco molestos.

—Lo soy. ¿Y eso qué?.—gruño a la defensiva y el asintió.

—Estas en peligro.—advirtió sin tacto alguno, Naruto lo miró unos segundos sorprendido antes de sonreír, aunque dicha expresión jamás llegó a sus ojos brillantes, los cuales perdieron su brillo un poco.

—Siempre lo estoy… el viejo no es más que un saco de problemas en nuestras vidas.—susurro con rencor, parecía tener sus problemas con su padre, pero eso no podía interesarle menos, suficiente tenía con los suyos, que ya eran de por sí, mucho más serios.—¿Ahora que es, un asesino, algún intento de secuestro, pandilleros, contrabandista?

—Es Akatsuki.

No era parte del planDonde viven las historias. Descúbrelo ahora