Rememorando

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Narra Anakin
Ella saltó por los aires y de la nada sacó otra espada láser con la hoja azul. No era una espada escogida aleatoriamente, era mi espada de jedi.
T/n se colocó de manera estratégica y me atrapó entre las dos espadas, la mía calló al suelo apagandose y dejando la sala iluminada de un precioso verde que surgía de la mazcla entre su espada amarilla y la mía azul. El maestro Jynn solía decir que el verde simbolizaba la esperanza, el balance, la sabiduría, la familia...
Ella lo había hecho así a posta, siempre le gustaron las sorpresas, los finales sorprendentes. Ese tono de verde había devuelto a mi mente todo aquello que Vader había ocultado, el amor, la felicidad, la esperanza. Todos los recuerdos volvieron a mí. Qui-Gon me escogió y yo lo había tirado todo por la borda, T/n había estado ahí siempre y yo le había dado la espalda, Ahsoka había confiado en mí y yo la había mentido, todo había salido mal.
— Esto no era lo que yo quería — dije para mis adentros— ¿cómo he acabado así?
Por primera vez me hacía esa pregunta, ¿cómo había acabado así?
Algo en mí despertó, como si fuera otra persona en mi interior.
— ¿Así que al final lo ha tenido que fastidiar todo? — Era ella, su voz su maldad, si que podía reconocerla, Darth Amidala, mi creadora, el monstruo —
Vader estaba realareciendo, sentía como el miedo volvía a invadirme, tenía que hacer algo. ¡Tristeza! ¡Arrepentimiento! Eso era lo único que echaría atras al miedo, a la ira.
Miré a mi alrededor. Ahsoka estaba tirada en el suelo, ella no merecía eso, valía mucho más de lo que cualquier persona podría esperar de una chica tan joven, era excepcional. T/n me miraba, sus ojos revelaban odio, recé por que fuera hacia Vader, para que todavía guardara algo de compasión por mí. Me miré a mí, solo vi odio, me odiaba a mí, odiaba a Vader, odiaba en lo que me había convertido, estaba... estaba completamente arrepentido.
T/n vió como empezaba a llorar y bajó una de las espadas, pero colocó la otra en mi cuello, todavía en guardia.
— ¿Anakin? — preguntó titubeando—
— Soy yo T/n, soy Anakin, te he echado de menos.
Mi mano fué directa a acariciar su rostro, retirando una lágrima que corría por su mejilla como solía hacer antiguamente.
Oí algo detrás de mí, era mi padawan, se había levantado y probablemente estaría confusa de vernos a ambos llorar y a mí acariciando el rostro de su otra maestra.
— ¿A-Anakin? — dijo tocándose la cabeza como si le doliese—
— Chulita... yo... yo... lo siento mucho pequeña
— Te he echado de menos Skyguay — ella también lloraba pero apaciguó el sentimentalismo con humor como había hecho siempre.
T/n retiró su espada de mi cuello. Podía sentir todos sus movimientos, sus respiraciones, nuestra unión por la fuerza se había restaurado.
— Anakin lo siento — dijo T/n—
— ¿que tú lo sientes? T/n he destruido planetas, he matado gente inocente y he dejado que mi ira me consumiera, ¿por qué me pides perdón?
— Es culpa mía que te haya dominado el miedo, es mi miedo lo que te atrapó. Aquel día hace tantos años en la cueva creé a Darth Amidala y ella se apoderó de tí.
— No tienes porque disculparte, todo está bien— la abracé y sentí un pequeño escalofrío —
— En efecto querido, todo está bien — su voz se clavó en mis oidos—
Me giré para encontrarla detrás de mí, estaba otra vez ahí. Darth Amidala había vuelto.

La historia de un jediDonde viven las historias. Descúbrelo ahora