Misión en Mortis (parte 2)

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Narra T/n
Anakin, Ahsoka y mi maestro estaban en una misión de rescate por el borde exterior. Yo me había quedado en el templo de Coruscant, sustituyendo al maestro Fisto, que había salido en una misión también. Estaba de profesora particular, eran como unas vacaciones de tanta batalla. Luchar codo con codo junto a Anakin era divertido, pero agotador. Mi mente hacía un esfuerzo enorme por procesar no solo mis movimientos sino también los suyos y que de vez en cuando me dejaran tan solo como profesora, hacía que me librara del estrés durante unos días.
Cuando me quedaba en Coruscant, solía aprovechar para visitar a Padmé en el senado, hablabamos durante horas sin cansarnos hasta que mi hora de vuelta se acercaba.
Mi compañero, padawan y maestro habían partido hacía ya un par de rotaciones y yo empezaba a preocuparme, deberían haber vuelto. Apenas percibía a Anakin, cosa que era rara. De vez en cuando veía una imagen nítida como unos buhos volando o una joven con un aspecto fantasmal.
La noche anterior había tenido un sueño muy raro. Nunca antes había visto ninguno con tanta nitidez. Era como si de verdad hubiera ocurrido. Anakin lloraba y sus ojos amarillos brillaban con fuerza. Mis manos sostenían el sable con posición de ataque, pero no tenía intención de atacar. Estabamos en un mundo repleto de lava, era todo rojo y amarillo, podía sentir el calor. Me desperté sobresaltada y me acordé de que Anakin estaba en una misión, no podía ir a abrazarlo.
Decidí no hablar con nadie sobre el tema del sueño. Sería mejor así.
Fuí al aula donde debía dar clase, estaba explicándoles a los jovenes padawan los significados de los cristales kyber y por que cada uno tenía el suyo propio, cuando sentí un estruendo en mi cabeza. Caí al suelo y me eché las manos a la cabeza. Podía oír la voz de Anakin con claridad.
— He dicho que los sueltes, ella no vendrá, está a más de nueve sistemas de aquí, ni siquiera podrá percibirnos — decía él —
— Si sois los elegidos, ella podrá oir esto — el desconocido que hablaba hizo una pausa, al continuar, pude sentir como el tono de su voz ahora se dirigía claramente hacia mí — Si me estás escuchando, T/n Amidala, debes venir a Mortis si no quieres que tu maestro y tu padawan mueran, junto a tu compañero Skywalker—
El ruido desapareció de mi cabeza y ví a todos los alumnos sobre mi cabeza preguntando si estaba bien.
Tomé mi túnica y mi sable, que seguía desmantelado, lo armé rápidamente con un movimie to de mano y mientras corría hacia la puerta grite:
— Haced los ejercicios de la página 57, el maestro Yadel estará con vosotros en seguida—
Paré a una unidad 3po por el camino y le avisé de la clase desatendida. Corrí por el vestíbulo del templo, mientras me colocaba la empuñadura en el cinto y me ponía la túnica. Tomé la primera nave que ví y puse rumbo a las coordenadas que mi equipo había marcado al irse hacia Mortis supuse.
Al llegar al planeta, pude sentir un golpe inmenso por parte de la fuerza. Me rodeaba. Estaba por todas partes. Por fin, sentí a Anakin al completo, sabía exactamente por donde debía de ir para encontrarlo.
Una imagen de sus ojos apareció ante los mios.
— ¿T/n? — dijo él abriendolos más—
— Estoy aquí Anakin. Ya voy
Narra Anakin
— Ella está aquí
— ¿ Así que al final ha sabido llegar? Supongo que es mi turno pues — el hijo de la oscuridad se transformó en un ave de gran tamaño y voló hacia donde percibía a T/n. Su hermana hizo lo mismo, llendo tras él en su busqueda. El anciano permanecía con los ojos cerrados en medio del patio sin decir nada. Ahsoka y Obi-Wan seguían atados contra las columnas y yo seguía encerrado en la jaula a prueba de fuerza.
Pasó un rato hasta que pude vdistinguir a T/n corriendo hacia nosotros.
— ¡T/n! — grité —
— Anakin, Ahsoka, Obi-Wan — ella parecía angustiada de vernos a todos atados —
Los hermanos vinieron detras, colocandose uno junto a a Obi-Wan y el otro junto a Ahsoka.
Yo quedé libre de repente y T/n corrió para ponerse a mi lado.
El anciano abrió los ojos de una vez y nos miró a ambos fijamente.
— Impresionante joven jedi... has sabido rastrear a tu compañero a más de nueve sistemas... la fuerza es intensa en ambos, puedo percibir vuestra conexión. Sin embargo, los enlaces a través de la fuerza no implican a las profecias... Necesito probar que sois los elegidos. Mis hijos han tomado a vuestros amigos. Solo podréis salvar a uno de ellos.
T/n y yo nos miramos fijamente, entendiéndonos a la perfección como siempre.
— Debeis salvar a Ahsoka, ella es joven — ofreció Ahsoka —
— Maestro Kenobi, eres miembro del consejo jedi, no puedes morir —
Narra T/n
Ahsoka negó la petición de Obi-Wan ofreciéndose a morir ella.
Anakin y yo volvimos a mirarnos y pude percibir su seguridad, su calma. Ambos nos pusimos espalda contra espalda, como en los combates y cerramos los ojos. Alzamos los brazos al mismo tiempo. Aunque no veía por los ojos, podía percibir todos sus movimientos. Cada uno de nosotros se centró en uno de los dos hermanos. Hicimos a nuestra padawan y maestro levitar, mientras la principal parte de nuestra concentración se basaba en mantener de rodillas a los conductores de la fuerza. Obi-Wan y Ahsoka aterrizaron en el suelo ilesos. Ambas criaturas se transformaron de nuevo a sus formas originales, las de guardianes de la fuerza. El suelo se iluminó y Anakin y yo comenzamos a levitar. Abrí los ojos y vi que la plataforma sobre la que estabamos se había levantado unos 5 metros del suelo. Anakin me miró y sonrió. El anciano apareció en nuestra plataforma de la nada.
— No mentian... Las profecias eran ciertas... Habéis domado a mis dos hijos.
Pasó un rato hasta que pudimos volver a la nave. Obi-Wan y Ahsoka nos esperaban allí. El anciano nos había retenido para ofrecernos el puesto de guardianes, que ambos habíamos rechazado.
Llegamos de la mano a la nave. Cuando vimos a nuestro maestro centrar su atención en ese detalle, ambos nos soltamos y fingimos que nada había ocurrido. Ahsoka soltó una breve carcajada. Nosotros nos reímos también. Antes de entrar a la nave como ellos, Anakin me abrazó y me dijo:
— Los elegidos... Quién me diría a mí, que aquella niña que entró a la tienda de Watto con aspecto de perdida, me iba a cambiar la vida de este modo.
— Las profecías te dirían... Qui Gon te lo diría...
Miré hacia abajo triste. Anakin cogió mi mano y la acarició. Mi mirada se fue a las estrellas. Allí estaba mi antiguo maestro. Observándonos. Sonriendonos. Orgulloso de nosotros (Multimedia)
— En efecto T/n, lo está, sé que Qui Gon lo está— había olvidado que Anakin podía leer algunos de mis pensamientos, pero haber compartido aquel no me importaba. Él pensaba lo mismo—
Echamos una última visual. Entramos en la nave abrazados.

La historia de un jediDonde viven las historias. Descúbrelo ahora