CAPITULO A

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Los gritos sobre salían de aquella torre de piedra mientras una pobre mujer contraía con todas sus fuerzas para poder dar a luz aquella vida que se creó en su vientre. Quien diría que una pequeña criatura sería el inicio de tanta sangre, dolor y miedos. Finalmente tomaron a aquella criaturita entre los brazos, aquel  padre redondeaba la habitación con la necesidad de que la criatura fuera un barón, la avaricia lo cegaba por completa era más densa que la niebla y más aterradora que la propia oscuridad, finalmente el hombre recibió noticias del sexo del neonato que recibía la vida con un llanto que reconfortaba las múltiples incomodidades qué pasó su joven madre. Aquel hombre cargó al infante en sus brazos por unos cortos minutos, hasta el más avaro podía disfrutar de la inocencia y fragilidad de su creación hecha de su carne y hueso, Miraz no fue la excepción de esto. Se deleitó con los movimientos de este, aunque esto durará poco dejo al neonato en brazos de su madre para luego ir a buscar con desesperación a su subordinado, este rondaba los pasillos esperando futuras órdenes del supuesto soberano, algo en su interior le decía que en cuanto Miraz se dirigiera a el tendría que preparase para hacer algo atroz.

-general- lo llamó este.

-si mi señor- contestó este con respeto.

-es un barón, ya sabes que hacer- informa el soberano para luego dejar al general helado, sabía el plan pero eso no quiere decir que no le costara realizarlo.

•••••

En otra parte del ostentoso castillo se encontraba un joven, durmiendo plácidamente mientras la noche empezaba a sellar su destino, pero aquel hombre sabio y robusto no permitiría nuevamente que cometieran una atrocidad y este fuera indiferente, rápidamente se escabulló a la habitación del joven con una pequeña vela en sus manos, este lo movió levemente intentado despertarlo de su sueño pero este simplemente se removió en su lugar. Nuevamente agitó al joven pero con más persistencia provocando que el mismo abriera los ojos con pesadez y que su voz ronca se hiciera presente.

-cinco minutos más- solicitó este con cansancio.

-no Caspian, no iremos a ver las estrellas, tú tía a dado a luz a un barón. Eso significa que para Miraz no hay razón alguna para que sigas con vida, así que levántate te ayudaré a escapar- comentó el profesor provocando que Caspian despertar por completo y saliera de su cama, ambos caminaban por lados del castillo para escapar del lugar intentando pasar desapercibidos aunque el profesor sabía que era poco probable lograrlo, sin embargo el joven no podía digerir el hecho de ver cómo una docena de soldados disparaban hacia su cama sin ningún tipo de duda o remordimiento. Rápidamente se puso una capa mientras el profesor alistaba su caballo, Caspian pensó que lo más sensato sería llevar una espada consigo así que tomó una de estas para luego subirse al corcel negro como la noche.

-debes huir hacia el bosque, es el mejor escondite, los soldados le temen, eso te dará tiempo. Toma me costo muchos años encontrar esto, puede que lo necesites- dijo mientras le entraban aquel cuerno blanco con una forma de León- no lo uses a menos de que sea necesario- aconsejo el hombre para luego abrir las puertas del establo.

-¿te volveré a ver?- cuestionó el joven lo cual ahora no era lo más importante.

-eso espero joven príncipe. Aún hay mucho que debo enseñarte, pero lo más importante es que debes saber que todo lo que conoces cambiará, ten mucho cuidado y se razonable en todo momento- dijo el hombre para luego darle paso al joven el cual dirigió el caballo empezando a cabalgar, los sonidos de las pezuñas del caballo con los cásquese de piedra del suelo provocaron la atención de varios soldados de vigilancia los cuales dieron alerta la "fugitivo", por suerte Caspian estaba a punto de salir del castillo cuando apenas lo soldados le seguían, Caspian intentaba incentivar al caballo a ir aún más rápido pero era la mayor velocidad que a la criatura le daban sus largas patas, por suerte logró tomar un poco de ventaja ya que los caballos retrocedieron al encontrarse con el inicio de el bosque, los soldados sentían gran miedo por este. Sin embargo el general los obligó a entrar a este con unas ordenes correosas.

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